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La última etapa, para el velocista alemán Ludwig

La última etapa del Tour fue para un velocista, el alemán Ludwig. Debió ser de trámite, propicia al lucimiento de los desheredados de las anteriores, pero se desarrolló también a un ritmo infernal: superior a los 53 kilómetros por hora en muchas ocasiones. Todo el mundo procuró mantenerse dentro del pelotón y no quedar descolgado para evitarse el drama de llegar fuera de control precisamente el día final.Induráin y el italiano Bugno se mantuvieron casi siempre en los puestos de cabeza del pelotón, desesosos quizá de dejarse ver y aplaudir e incluso de protagonizar algunos kilómetros en solitario. No pudo ser. El también italiano Fondriest, antiguo campeón del mundo, no pudo culminar una escapada de un grupo de 14 corredores que se fue reduciendo a lo largo de seis de las diez vueltas que se dieron a los Campos Elíseos.

La amplia avenida parisiense, actualmente en obras, vio cómo al cabo fue un pelotón compacto el que se disputó la victoria. Los velocistas, que pocas ocasiones de lucimiento han tenido en una carrera tan dura, pudieron esta vez imponer su ley. Ludwig fue el más rápido.

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