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La 'batalla naval' de Vallecas se quedó en un breve baño de espuma para 300 vecinos

Ana Alfageme

Los vallecanos no tuvieron ayer su larga batalla naval que, desde hace más de 10 años, pide un puerto para el barrio a base de mojar al prójimo. Las bocas de riego y las fuentes permanecieron secas y 300 vallecanos -no más- se mojaron en medio metro de espuma química durante apenas media hora. Y eso que, para premiar su gesto solidario hacia la pertinaz sequía, les habían prometido un invierno lleno de nieve en pleno mes de julio.

"Vá a ser un invierno en Julio", decía animoso Paco Pérez, de la Asociación de vecinos del Puente de Vallecas, "nos han prometido que todo el bulevar quedara cubierto por metro y medio de espuma. Nos ha costado 150.000 pesetas..." Y señalaba, bulevar arriba, un camión con una inmensa botella de champán a modo de cañón. "Sólo gastaremos 2.500 litros de agua. Además, nos la hemos traído de Santander. Y nos dá para una hora", explicaban los dos operarlos de la espuma, de una empresa de efectos especiales de Valencia. Aseguran que moja y no es tóxica.La fiesta se retrasa media hora, hasta las seis, entre gritos que reclaman agua, porque hay que tender un cable que alimente el cañón. Los vallecanos van llegando en mallas y bañador. Algunos nostálgicos, con cubo, como Jesús y Javi, dos currantes jóvenes y fornidos. "Esto es una bazofia, hemos venido a curiosear. Otros años el bulevar estaba lleno". Mientras el cañón arranca, un guerrero en zapatillas de goma le mete agua en el ojo a un amiguete con una pistola galáctica. "Chaval, que hay restricciones", le contesta el agraviado. La espuma surge por fin y arranca alaridos de gusto con la primera ducha. Al poco la gente sale corriendo: "Hostias, como pica", mascullan los críos, frotándose los ojos. "Te agobias", dice una silueta blanca e irreconocible. La espuma huele fuerte y da calor.

Otros años había agua y navíos. Este, sólo uno pequeño de papel, con un pirata a bordo que lanzaba agua con un fumigador, aclaraba los ojos a los contendientes, que se tiraban espuma sacudiéndola con el jersei.

A los 20 minutos, la botella escupe agua y el gentío corre a mojarse. A las seis y media, el cañón se calla, por falta de líquido y los organizadores empalidecen. La espuma apenas ha corrido 20 metros y los vallecanos saltan y saltan pidiendo más. Su gesto no ha tenido recompensa.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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