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Bien situadas en la política, peor en el trabajo

Las noruegas, con una jefa de Gobierno y nueve ministras, quieren más igualdad laboral

Tienen un Gobierno en el que 9 de sus 19 miembros son mujeres, entre ellas la primera ministra, Gro Harlem Brundúand; una legislación que proclama la igualdad entre los sexos y una ombud (defensora) que se encarga de que se cumpla la ley. Pero, a pesar de ello, las mujeres noruegas consideran que "aún hay mucho que hacer" para llegar a una sociedad en la que la neutralidad sea la nota dominante, y en la que no haya que considerar si se es hombre o mujer porque dé exactamente igual, a la hora de plantear situaciones laborales todavía discriminatorias.

"La situación política no refleja la vida laboral. En la política y en la Administración la mujer noruega está muy bien situada, pero en el campo laboral aún existe discriminación, principalmente en cuestiones relacionadas con la promoción dentro de las empresas", afirma Ingse Stabel, la ombud de Noruega.Stabel, de 45 años, dice que, aunque los hombres no sufren problemas de discriminación por el sexo, sí hay muchos que se, sienten confundidos por el nuevo papel familiar que les toca jugar. Un tercio de las quejas que se presentan en este organismo encargado de vigilar el cumplimiento de la igualdad entre los sexos procede de hombres, pero, al estar relacionadas únicamente con el ámbito familiar, son consideradas consultas y no desencadenan proceso administrativo alguno.

En lo que respecta a las mujeres, la mitad de las aproximadamente 600 quejas anuales que se producen se resuelve con un asesoramiento, y en las restantes la ombud envía un escrito formal a la empresa. Si ésta no actúa como se le aconseja, el proceso continúa hasta un comité administrativo cuyas decisiones son de obligado cumplimiento, pero esto no suele ocurrir más de 15 veces por año.

"Por mi formación de economista, muchas veces me he encontrado en reuniones en las que todos eran hombres y yo era la única mujer. El que ahora seamos mitad y mitad en el Gobierno ayuda enormemente, porque la persona deja de ser natural, aunque no lo quiera, cuando se encuentra rodeada de gente del sexo contrario", afirma Tove Strand Gerhardscri, ministra de Trabajo y Administración Pública y una de las personalidades más fuertes del Gabinete noruego.

Para Tove Strand, de 43 años, un Gobierno mixto es "rnucho más positivo, porque hombres y mujeres tienen una forma distinta de ver los problemas, y la cooperación entre ambos da mejores resultados que si proceden de un solo sexo". Ella se confiesa "laborista de nacimiento", pero no ha dudado en arremeter contra el principal sindicato noruego, ligado a su partido, para bajar los salarios a cambio de estimular el empleo, y es una de las defensoras a ultranza de la ampliación del periodo de maternidad a un año. "El tener a alguien de la familia cerca estimula el crecimiento del niño y desarrolla su sentimiento de unidad familiar", destaca.

Periodo maternal

A pesar de que ahora hay un 5% de desempleo, Noruega tiene el 75% de sus adultos empleados, lo que representa el índice más alto del mundo. Las leyes actuales conceden ocho meses por maternidad, y con excepción de las dos semanas anteriores al parto y seis posteriores, obligatorias para la mujer por motivos de salud, el padre puede disfrutar, si lo solicita, del periodo restante.El sindicato que agrupa a los profesionales (YS) ha propuesto que cuando el 1 de abril se extienda el periodo de maternidad a un año, el padre sea obligado a tomar parte de él para evitar cualquier reticencia de las empresas a contratar mujeres, pero de momento no se ha aprobado. "La sociedad noruega nunca ha tenido las connotaciones machistas del sur de Europa; por ello encajamos muy bien todo lo que pudieran considerarse leyes feministas", afirma el periodista Einar Hagraag.

Desde la década de los setenta, los niños reciben automáticamente al nacer el apellido de la madre, y tienen un periodo de seis meses para decidir si quieren cambiarlo y ponerle el del padre, práctica bastante usual. Igualmente, los cónyuges deciden después matrimonio si quieren llevar el apellido del hombre -que viene siendo lo más habituab-, o el de la mujer. Si no lo requieren, cada uno conserva el suyo.

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