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El elefante centra la polémica reunión de Kioto sobre el comercio de especies en extinción

El tratado internacional que regula el comercio de especies en peligro de extinción, conocido por las siglas CITES, se enfrenta al mayor desafío de su corta historia. En la asamblea -que empieza hoy en Kioto (Japón) se discutirá violentamente el levantamiento de la ya histórica prohibición de traficar con marfil, acordada por los 112 países firmantes del CITES en su anterior asamblea, hace ahora tres años. El secretario general del CITES cree que todavía es posible el consenso, que se plasmará en ligeras concesiones a los países africanos que piden poder comerciar con sus poblaciones de elefantes, excluyendo el marfil.

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El elefante centrará sin duda la atención en Kioto, muy a pesar dé Izgrev Topkov, el diplomático búlgaro que ocupa la secretaría general del tratado desde hace sólo nueve meses. El locuaz Topkov recalca que otras especies en peligro tienen mucha mayor importancia ecológica y mayor volumen de comercio internacional que el efante, pero reconoce el valor simbólico de éste. "Existen 97 propuestas para discutir en Kioto sobre la inclusión de otras tantas especies en las listas que indican en qué medida se puede traficar con ellas", explicó Topkov en Caracas, donde asistió hace semana y media al Congreso Mundial de Parques Nacionales.Entre las especies en discusión están peces como el atún atlántico, maderas tropicales como la caoba americana y también ranas y loros. Casi todas las propuestas son para que las especies se incluyan en una lista que signifique una mayor protección. Sin embargo, las propuestas más polémicas piden lo contrario, que el elefante y el rinoceronte pasen de la prohibición total de comercio al comercio controlado estrictamente.

También el arenque

En el caso del elefante, son cinco los países surafricanos -Malaui, Botsuana, Zimbabue, Suráfrica y Namibia- los que estiman que sus poblaciones de elefantes permiten una caza controlada y el subsiguiente comercio de marfil. Prueba de lo enconado de las posturas es que varios de estos países han presentado formalmente una disparatada propuesta para incluir el arenque entre las especies amenazadas y la han justificado con una pregunta: ¿si los países donde no hay elefantes se permiten decirnos lo que tenemos que hacer con los nuestros, por qué nosotros no vamos a poder hacer lo mismo con los arenques? Todo está en situación para una escena más del enfrentamiento Norte-Sur, porque uno de los temas más polémicos serán las modificaciones en el tratado para que recoja en cierta forma el derecho de los países a decidir sobre sus propios recursos.

"No nos importa que se discuta apasionadamente, pero queremos estar seguros de que las decisiones se toman sobre una base racional y científica", afirma Topkov, quien tiene la esperanza de que se alcance un acuerdo por el cual se permitiría el comercio limitado de productos derivados del elefante, como las pieles, con la excepción del marfil, al que se asignaría una cuota cero. Esta será la postura comunitaria de principio, y por tanto la española, explica Paz Valiente, de la Dirección General de Comercio Exterior y miembro de la delegación que ha viajado a Kioto. La CE ha decidido presentar una postura conjunta, obtenida por votaciones mayoritarias entre sus miembros, dado que Irlanda y Grecia no han firmado el CITES.

En 1989, Kenia jugó un papel determinante en conseguir la prohibición del tráfico de marfil. Su ex director de los parques nacionales, Perez M. Olindo, también presente en Caracas, cree que la prohibición se debe mantener. "El anuncio de que se va a revisar ha hecho renacer el furtivismo", afirma. "Malaui no tiene más que 2.000 elefantes, pero hay 40 comerciantes de marfil registrados. ¿Quién se puede creer que van a comerciar sólo con el marfil de sus propios elefantes?".

Olindo, como otros expertos, afirma que la revisión traerá consigo un aumento del contrabando de marfil, que diezmó la población del elefante africano en los últimos 20 años hasta situarlo al borde de la extinción. "En 1989 había unos 625.000 ejemplares; ahora creemos que hay 610.000. No sabemos si es que se hace mejor el recuento o se ha estabilizado. Es demasiado pronto para revisarlos. Es todavía una población amenazada". Para apoyar su tesis, Olindo recuerda que el periodo de gestación del elefante es de 22 meses y que los ejemplares cazados son machos adultos mientras que los machos jóvenes no alcanzan la madurez sexual hasta los 15 años.

Sin embargo, este experto africano no se opone a que se maten ejemplares cuando exista superpoblación, siempre que no se comercie con el marfil. "Con que exista mercado para el marfil en un solo país se matarán elefantes en otros países para hacerlo llegar allí ilegalmente", dice.

El rinoceronte

Tanto Topkov como Olindo creen que el tema de las compensaciones económicas por la conservación del elefante está en vías de solución. Una reciente reunión en Nairobi fijó en 300 millones de dólares el coste de los proyectos de conservación de las poblaciones en los próximos tres años y a ella asistieron representantes de países desarrollados y organizaciones internacionales. "Hay dinero", afirma Topkov. Olindo señala que de hecho ha empezado ya a llegar, en forma de ayuda bilateral.

El rinoceronte será otro tema polémico. Del negro no quedan más que 4.000 ejemplares porque su cuerno es muy apreciado en Asia por sus supuestas propiedades afrodisiacas y también es utilizado para empuñaduras en los países árabes. La propuesta de pasar los rinocerontes negros y blancos a una situación de menor protección frente al comercio, hecha por Zimbabue y Zambia, tiene menos posibilidades de prosperar que la del elefante.

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