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Arafat elige el camino de la moderación en el proceso de paz de Oriente Próximo

Atrapado entre el aislamiento internacional y las turbulentas luchas intestinas, el dirigente palestino Yasir Arafat eligió ayer el camino de la moderación al abrir el crucial debate en torno al proyecto que busca llevar a árabes e israelíes a negociaciones de paz el próximo mes. "Hemos elegido el camino de la paz", declaró categóricamente Arafat y sus palabras dieron la pauta de la dirección que tratará de imprimir al debate durante los seis días de reuniones del Consejo Nacional Palestino (CNP), el Parlamento de 468 miembros que en los próximos días debe decidir si acepta o no el proyecto de Washington.

El veterano líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) habló de la necesidad de aprovechar la coyuntura internacional creada por el triunfo militar de Washington en el Golfo y, al mismo tiempo, cerrar las cicatrices internas que ha dejado ese conflicto en el mundo árabe. Fue un discurso vehemente que debió complacer íntimamente a los norteamericanos hasta ayer preocupados de que su proyecto de paz podría fracasar si la OLP rechazaba las ideas del "nuevo orden" en Oriente Próximo.

Para Arafat la 26ª sesión del CNI? entraña quizá su más audaz empresa por mantenerse en la cúpula del movimiento palestino a fin de darle una nueva dimensión a la luz de la coyuntura internacional presente.

Consciente de que rechazar la idea de paz con Israel sólo daría munición al Gobierno derechista de Isaac Shamir, Arafat ofreció ayer todas las indicaciones de que la OLP va a aceptar el proyecto de Washington siempre y cuando se incorporen claras garantías de respeto a las aspiraciones nacionalistas de los palestinos.

En un empeño por lograr mayores seguridades en ese sentido Arafat exhortó con vehemencia a Washington y Moscú a demostrar que todo arreglo debe necesariamente tener en cuenta y mencionar las aspiraciones palestinas. Dirigiéndose a los presidentes George Bush y Mijaíl Gorbachov, Arafat dijo que su Gobiernos deben "hacer todo lo posible para resolver el problema de Oriente Próximo y en particular el problema palestino, de acuerdo con las normas internacionales".

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La comunidad internacional, agregó, "debe evitar caer, una vez más, en el error de oprimir al pueblo palestino que ha sido privado de sus derechos internacionales, de sus derechos humanos y que ha sido expulsado de su propia tierra".

En una clara referencia de que en el seno de la OLP existe consenso para adoptar el camino de la paz, el líder palestino dijo que sus compatriotas están dispuestos a superar los obstáculos a la conferencia. "Esperamos que otros también lo estén. Eso sí", añadió, "que quede claro que rechazamos las condiciones de Israel".

Desde más de un punto de vista el discurso de Arafat fue un clásico ejercicio de retórica palestina: por un lado, ofertas de concesiones y gestos conciliatorios; por otro, advertencias de que ningún palestino está dispuesto a negociar la cuestión de Jerusalén, el principio de autodeterminación y el estricto cumplimiento de las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Pocos dudan de que la energía transmitida por Arafat refleja un nuevo intento por demostrar al mundo que la paz en Oriente Próximo depende de las concesiones israelíes. Pero también es innegable que el jefe de la OLP está tratando de aplacar el creciente descontento dentro de las propias filas palestinas, especialmente de organizaciones guerrilleras del llamado "frente de rechazo".

[Soldados israelíes dieron ayer muerte a tres guerrilleros palestinos que trataron de infiltrarse a través de la tierra de nadie, que, bajo el control de la ONU, separa a Siria de Israel. El comando, perteneciente a la facción de Nayef Hawatme, estaba dotado de rifles automáticos, granadas y misiles antitanques, informa Reuter].

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