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GENTE

Miguel Vallina

Un gijonés dirige la policía de EEUU en la frontera mexicana

JAVIER MARTÍNTiene a sus espaldas la bandera de los Estados Unidos de Norteamérica y enfrente la del Sporting de Gijón. Si no fuera porque en la puerta dice "US Border Patrol", el despacho de Miguel Vallina parecería la oficina de turismo del Principado de Asturias.

Vallina es un gijonés de 47 años, responsable de la frontera norteamericana con más tráfico del mundo: la que separa Tijuana (México) de San Diego y Los Ángeles (California). Cada día, por una valla de 30 kilómetros, se cuelan unas 4.000 personas en busca de trabajo en Estados Unidos y otras 2.000 son detenidas por los policías que manda Vallina.

Este gijonés llegó a Estados Unidos con 27 años, en 1971. Desde su casi pastoril Asturias aterrizó en el infierno del capitalismo, en una firma financiera de Wall Street, en Nueva York. "La verdad es que, después de vivir en aquella inhóspita ciudad, California es una bendición". Para conseguir la residencia en Estados Unidos -"porque yo me quería quedar aquí"-, Vallina tuvo que hacer méritos, y no precisamente en Manhattan. Fue alistado para la guerra de Vietnam; se pegó bastante bien en Saigón durante un año, y a la vuelta ya era ciudadano norteamericano. Dejó las finanzas y se pasó al orden público. Primero fue policía en Tejas y ya, finalmente, consiguió su propósito de establecerse en California.

Las cuatro paredes de su despacho están llenas de fotos que huelen a terruño. Son fotos en blanco y negro ya un poco añejas: hórreos, el paseo principal de Gijón, playas bravías y paisajes con montañas brumosas... "Ya sé que estas fotos no se parecen a la situación actual, pero son bonitas. Se nota que son de España".

El trabajo de Vallina consiste en impedir que mexicanos sin trabajo salten al otro lado de una raya en donde hay trabajo de sobra y un dólar que vale 3.000 pesos. "Esta es la frontera con más tráfico del mundo, tanto legal como ilegal. Cada día detenemos a 2.000 personas que cruzan la frontera ilegalmente, la mayoría mexicanos, y calculamos que otros tantos consiguen cruzarla sin que les detengamos. Por cierto que el año pasado sólo arrestamos a cinco españoles".

El 40% de los detenidos son multirreincidentes. "Aunque es un cálculo aproximado, porque no les tomamos fotos ni huellas, no habría tiempo. Sólo les pedimos el nombre, y nos dan el que quieren. Tal como los detenemos, los vamos metiendo en autobuses y los devolvemos a la policía mexicana. Al día siguiente lo intentan de nuevo. Esto es como ponerle puertas al mar".

A sus 47 años, Vallina va preparando su retiro en Gijón. "Compré un piso antes de que subieran tanto, y tengo un seguro que me cubrirá la parte del salario que no me aporte la Seguridad Social norteamericana". Cada año, Vallina pasa sus vacaciones en España con su mujer y sus hijos. "Mis hijos son bilingües -el español es cada vez más necesario en California-, y les encanta ir a España, porque las diversiones no acaban a las ocho de la tarde, sino casi a las ocho de la mañana. No entienden muy bien cómo hay tanta gente de noche por la calle, pero les gusta".

Hasta su retiro, Vallina no quiere moverse de este punto de California: "Vivo entre lo mejor de los dos mundos, las comodidades norteamericanas y los bajos precios de México". Le quedan unos años para seguir vigilando esos 30 kilómetros de frontera que separan Tijuana de San Diego. "Es una raya imaginaria, no hay frontera natural como un río o una montaña, y además se sabe que quien cruce la raya encuentra trabajo al instante. Por eso es la frontera más violada del mundo".

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