¡Que no, señor Cebrián, que no!
Me gustaría contestar al señor Cebrián en su tribuna de Opinión del 29 de mayo pasado.Es tan compleja la exposición que nos ofrece el señor Cebrián que resulta imposible ser breve. La mayor concreción puede ser precisamente ésa: nos empieza hablando de vacas y mugidos foráneos para acabar con dudosas justificaciones de viajes de ejecutivos. En el intermedio asistimos a explicaciones empresariales, ingenuidades juveniles y referencias a medios y ¿colegas? de muy dudosa entidad moral.
Seamos sinceros: ya va siendo hora de que al diario más descaradamente partidista que existe en España, propietario también del último esperpento que se ha incorporado a los quioscos, se le digan las cosas con la misma desfachatez con que lo hace él. De la calumnia permanente de ciertas emisoras de radio no es necesario hacer comentarios.
Tampoco está de más, en absoluto, que la opinión pública en general y los lectores en particular tengamos una cierta información de las relaciones empresariales y composición del accionariado de la empresa editora y su holding, e incluso puedo admitir como ligeramente interesante la historia de la vaca", pero lo que me parece inadmisible como lector, y me decepciona profundamente por la imagen que me había forjado sobre su profesionalidad, es que pueda utilizar una ensalada de todos estos elementos, torpemente aliñada, para justificar un hecho delictivo y moralmente repugnante como es pinchar un teléfono.
Como ingeniero, tengo el mismo respeto por las ondas electromagnéticas que por los hilos de cobre. Por lo visto, ustedes no.-
