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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Resultado ambiguo

LOS RESULTADOS, aún incompletos, del referéndum que tuvo lugar el domingo pasado en la URSS indican que la participación ha sido alta -en torno al 75%- y que, globalmente, el sí ha obtenido una victoria bastante holgada sobre el no. Pero deducir de ello que los electores han dado un respaldo a Gorbachov sería erróneo, La pregunta estaba redactada para facilitar el voto positivo, tanto de los nostálgicos del pasado como de los que desean una profunda renovación. Por otra parte, en las grandes ciudades, como Moscú y Leningrado, el sí escasamente superó el 50%. Los sectores más modernos y desarrollados de la URSS, en los que el elector tiene más información, han mostrado una mayor desconfianza hacia Gorbachov.En cambio, la victoria del sí ha sido particularmente clara en las repúblicas de Asia central, en gran parte musulmanas, lo que pone de relieve el escaso atractivo que suscita la idea de la separación en unas poblaciones vecinas de países más atrasados y también la eficacia de un aparato comunista que conserva sus viejos métodos de control. No deja de ser significativo que el cuestionamiento de la URSS no surja de las poblaciones asiáticas sino de las que tienen mayor relación con Occidente. El hecho merece reflexión.

En Rusia, que engloba a más de la mitad del censo total, los electores han aprobado por una gran mayoría la propuesta de que su presidente sea elegido por sufragio directo. Lo mismo han votado los moscovitas para elegir a su alcalde. Ello indica que hay en los ciudadanos -después de un largo periodo sin derechos electorales- un fuerte deseo de designar directamente a sus gobernantes. Borís Yeltsin ha logrado con ello un gran éxito, que refuerza su posición en un momento en que está sometido a fuertes críticas. Si la elección por sufragio universal del presidente ruso se celebrara a corto plazo es muy probable que triunfara Yeltsin, obteniendo con ello unas competencias de las que ha carecido hasta ahora. Sin embargo, una agudización del choque entre el presidente de la URSS y el presidente de Rusia sería desastrosa para la urgente resolución de los problemas que hoy agobian a la población. La necesidad de que ambos realicen nuevos esfuerzos de entendimiento se abre paso en los sectores reformistas.

Tras el referéndum siguen en pie las cuestiones decisivas y, de forma prioritaria, la económica, con la dificil prueba de la elevación de los precios anunciada para el mes de abril; es un paso obligado, e impopular, hacia la economía de mercado. Por otra parte, poco cabe esperar del referéndum en orden a mejorar las relaciones entre Moscú y las repúblicas. El éxito del sí permite a Gorbachov proseguir en sus esfuerzos por elaborar un nuevo Tratado de la Unión que otorgue a las repúblicas cierta "soberanía", manteniendo un fuerte poder central. Pero el resultado es demasiado ambiguo para que pueda ser invocado como un respaldo para eventuales medidas coactivas, como las que piden los elementos conservadores.

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Por otra parte, existe el peligro de que el referéndum agrave las ya complejas relaciones con las seis repúblicas que no lo han hecho, si bien en ellas los grupos rusohablantes han votado sin ningún control. Estas repúblicas tampoco intervienen en la elaboración del nuevo tratado. Para el Kremlin no hay otro camino -ahora como antes de la consulta- que negociar con ellas unas relaciones especiales, o un procedimiento legal de separación si no se logra un acuerdo. Negociar, escuchar lo que piden los pueblos, es un imperativo para Gorbachov al que no puede sustraerse en su esfuerzo por renovar una Unión Soviética ya inviable en su vieja forma.

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