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Thatcher promete más privatizaciones y nuevas bajadas de impuestos

Margaret Thatcher levantó ayer el discretamente deprimido ánimo de los conservadores británicos con un discurso característico suyo en el que prometió más de la misma medicina que ha venido aplicando a la sociedad británica en los últimos 11 años: bajada de impuestos y privatizaciones.

La primera ministra se mostró dispuesta a todo en la crisis del Golfo, reafirmó su arraigada desconfianza ante la Europa comunitaria y se burló de la oposición. Neil Kinnock "va a tener que esperar bastante", dijo. Un parlamentario conservador declaró, finalizado el discurso: "Necesitábamos restaurar nuestra confianza y la primera ministra lo ha hecho". Los conservadores reunidos esta semana en Bournemouth andaban bajos de moral, a pesar de que el anuncío de hace una semana de entrar de pleno en el Sistema Monetario Europeo les había permitido recuperar la iniciativa política y robar programa político a la oposición. La ovación que subrayó el final del discurso, interrumpido con menos aplausos de los que esperaba Thatcher, fue menos larga e intensa que en años anteriores, en señal de que no había habido ninauna arrebatadora no

Lo de siempre

La primera ministra, que hoy cumple 65 años, dijo que "está bien, pero no es suficiente" lo conseguido hasta ahora y prometió: reducción de impuestos cuando las condiciones económicas lo permitan; privatizaciones de puertos y ferrocarriles; un plan piloto para convertir las rentas de viviendas de propiedad pública en pago de hipotecas, y responder al reto que piensan plantear los laboristas en educación.Nada de ello suena a gran cosigna, si bien corrobora el instinto radical de la líder, quien habrá de optar en el partido entre los radicales o los partidarios de la consolidación de lo conseguido hasta ahora. Thatcher insistió en que su Gobierno está a favor de acabar con las clases e introducir la oportunidad y la capacidad de elección en la sociedad.

Escarneció con chistes y chascarrillos a la oposición centrista y laborista, pero reservó su más seria belicosidad para Sadam Husein y quienes piensan en una Europa burocrática y centralizada. Del presidente iraquí dijo que "los dictadores pueden ser aplastados, pero nunca apaciguados" y que "cada día que sigue [en Kuwait] es un acto de guerra". Sadam tiene que evacuar Kuwalt, si no es por medio pacíficos, a la fuerza. "La concentración de tropas [multinacionales] sigue. Estamos preparados para cualquier contingencia".

La primera ministra aseguró que la integración de la libra en el SME es muestra de su fe europeíesta y reiteró su creencia en una Europa liberal, abierta y fundada sobre la libre cooperación entre Estados soberanos. Las diferencias sobre Europa en el Partido Conservador siguen sin saldarse y Thatcher volvió a enarbolar su bandera. "Tiene que quedar absolutamente claro que este Gobierno no tiene intención de ceder a la imposición de la divisa única", dijo antes de indicar con un celebrado juego de palabras (Delors y The door, puerta) que eso equivaldría a entrar en la Europa única por la puerta falsa. El discurso apeló a los orgullos nacional y tory, nación y partido que presentó como modelos en los que el mundo se mira, pero no hizo alusión alguna a la futura convocatoria electoral. Hace cuatro años, los conservadores salieron de la misma Bournemouth con la clara idea de que iban al combate directo y las elecciones de 1987 fueron un éxito arrollador. En 1990 sólo les queda confiar en que la economía evolucione favorablemente.

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