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¿Qué países deben pagar para salvar la crisis del petróleo?

Tras repasar las diferentes posiciones y aportaciones de los países occidentales, el autor señala que no parece realista esperar, como algunos han expuesto, que Japón deba asumir del 15% al 30% del coste social de la ayuda que puede suponer el garantizar el futuro suministro del crudo de Oriente. Sin embargo, añade que los países ricos deben correr con el mayor peso de los costes.

Se está produciendo un esfuerzo colectivo para contener al dictador iraquí en su esfuerzo por apoderarse de Kuwait y extender su poder sobre el Oriente Próximo. Estados Unidos, al mando del presidente George Bush, está liderando dicho esfuerzo.Pero algunos Estados árabes, como Egipto y Arabia Saudí, están desempeñando un papel activo contra Irak. Otras naciones musulmanas, como Turquía, Siria e Irán, forman parte del equipo.

Las Naciones Unidas, en las que por una vez el Consejo de Seguridad ha desempeñado un papel decisorio, han aprobado una serie de resoluciones que exigen a Sadam Husein la retirada de Kuwait. La Unión Soviética post-Gorbachov, al final, ha respaldado el decidido esfuerzo norteamericano, un resultado del final de la guerra fría que se ha acogido con satisfacción. El Reino Unido se ha mostrado como un firme aliado de Estados Unidos, tanto en la teoría como en el hecho de haber enviado al golfo Pérsico unidades navales.

Francia, liderada por el presidente Mitterrand, ha superado ciertas dudas iniciales y está dispuesta a tener una presencia militar en la región crítica. Alemania Occidental estaba ocupada con el costoso problema de su unificación con Alemania Oriental. Pero, en su calidad de miembro de la OTAN, se ha unido a España y al resto de los miembros del Mercado Común en el alineamiento contra Irak.

¿Y qué hay de Japón? Parece: haberse mostrado vacilante durante la primera quincena de hostilidades, lo que hubo de dañar su reputación de buen amigo y vecino. Con retraso, el primer ministro, Kaifu, prometió, 1.000 millones de dólares como contribución japonesa a la causa. Personalmente, creo que éste es sólo el primer plazo de, una cantidad mucho mayor.

No parece demasiado realista esperar, como alguno ha expuesto, que Japón deba asumir del 15% al 30% del coste total de la ayuda que supone garantizar el futuro suministro de crudo de Oriente Próximo. Sin embargo, cuando uno se da cuenta de las enormes cargas que han de soportar países pobres como Turquía, Egipto y Jordania, es lógico esperar una considerable ayuda financiera de las naciones ricas, como los kuwaitíes en el exilio, Arabia Saudí y Japón.

Poderes coercitivos

Cuando los economistas analizan la posibilidad de generar ingresos para pagar los artículos de consumo colectivo, hablan enfáticamente del "problema de los oportunistas". Cuando una carretera, un faro o un ejército de defensa son útiles para muchas personas a la vez, el Estado debe hacer uso de sus poderes coercitivos legales para impedir que los que no colaboran voluntariamente disfruten de su oportunismo.

Cuando no existe una legislación internacional vinculante, debemos depender del altruismo y del idealismo, así como de una prudente consideración hacia la reputación a largo plazo, para poder enfrentarnos al problema del oportunista. Es por ello por lo que se espera tanto de las sociedades más prósperas.

En la economía teórica existe un principio bien conocido denominado "la,importancia de ser poco importante". Llama la atención sobre la evidente verdad de que un empleo poco importante, por ejemplo, los electricistas, cuyos salarios ascienden tan sólo a un 1% del coste total que supone construir un rascacielos, pueden hacer que su sindicato eleve sus salarios como la espuma: y, sin embargo, salir indemnes, debido a que los contratistas del edificio no se atreverían a dar al traste con la empresa sólo para evitar tener que pagar más a estos trabajadores.

La otra cara de esta misma moneda se aprecia en el caso de Estados Unidos, que es el líder destacado de todas las naciones que cooperan en la contención del imperialismo iraquí. Yo llamo a este principio la desgracia de ser predominante.

Supongamos que cualquier ciudadano español, italiano, coreano, o incluso cualquier ciudadano japonés, alemán o ruso se preguntara: ¿Por qué debemos pagar una parte proporcional de los costes que supone el enfrentarse a Irak? ¿Hará nuestra tacañería que el presidente Bush desista de su enorme esfuerzo? Por supuesto que no. Además del honor y del deseo inflexible de salvar la cara, Estados Unidos se juega tanto que está obligado a cargar casi con cualquier parte de los costes combinados.

Sería tentador pensar de este modo. Sin embargo, el egoísmo a largo plazo es un argumento en contra de este egoísmo a corto plazo. En la época posterior a la guerra fría, que nos aguarda, siempre surgirán una y otra vez pequeños Napoleones, Bismarks, Hitlers y Sadams que disturben la paz mundial. Si Estados Unidos se ve obligado a llevar la mayor parte de la carga, se podrá aplicar la vieja máxima: "Gato escaldado, del agua fría huye".

Evitar oportunismos

La comunicación informal en Europa entre los miembros del Mercado Común, a los que tal vez podrían unirse representantes de Suiza y de los países escandinavos, podría ser la forma más justa y eficaz de evitar oportunismos y recriminaciones. Igualmente, Japón y las economías más fuertes de la franja del Pacífico podrían constituir su frente unido.

Es más probable que los países del Este de Europa y de Suramérica se consideren las víctimas de esta nueva crisis de la OPEP más que como fuentes de financiación de los costes, y lo mismo puede decirse de los países en desarrollo, que sufrieron mucho con las dos primeras crisis de la OPEP en los setenta y que todavía muestran las cicatrices de la deuda.

Pero Estados Unidos comprobará que la ayuda de los demás países tiene su precio. Si España participa en el esfuerzo conjunto, cuando crea que Estados Unidos se muestra demasiado arrogante y altanero tendrá tanto el derecho como el deber de protestar. Creo que una política decidida por la vía del consenso será mucho mejor, en comparación con las decisiones unilaterales adoptadas por pequeños grupos en Washington.

El presidente Bush cometió un error, según me parece, al subrayar la necesidad de proteger nuestro estilo de vida de las agresiones del dictador iraquí.

La lucha actualmente empeñada es, con toda seguridad, algo más que un esfuerzo por mantener el precio del barril de petróleo más próximo a 20 dólares que a 30 o 40. Si continúa en posesión de Kuwait, Sadam Husein controlaría el 20% de la totalidad de las reservas de petróleo. Si se hiciera también con el poder en Arabia Saudí, o lo convirtiera en un Estado títere, Sadam Husein controlaría un 40% de todo el petróleo del mundo. ¿Podemos plantearnos alguna duda de que el dictador que almacenó reservas de armas químicas y que estaba intentando adquirir la capacidad de construir bombas atómicas antes de que se produjese el ataque preventivo israelí contra su reactor nuclear no será capaz de conseguir el poderío atómico a comienzos de la década de los noventa? En ese momento, tanto Japón como los demás miraremos, casi con nostalgia, la época Reagan-Breznev y la guerra fría, cuando había un equilibrio de terror disuasorio.

El eminente jurista Oliver Wendell Holmes, Jr., declaró una vez: "Los impuestos son el precio que hemos de pagar por la civilización".

es premio Nobel de Economía.Traducción: Esther Rincón.

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