_
_
_
_

Bernard Tapie

El nuevo héroe nacional francés

Hasta el pasado fin de semana Bernard Tapie era la estrella ascendente de la vida pública francesa. Ahora este tiburón de las finanzas, la política y el deporte, surgido de los suburbios de Marsella, es todo un héroe nacional galo y uno de los grandes patronos de Europa. A la chita callando, entre la fiesta de la unificación monetaria de la RFA y la RDA y la apoteosis de la victoria germana en el Mundial de Italia, Tapie ha arrebatado Adidas a los alemanes.Adidas, la primera empresa mundial de material deportivo, una marca que junto con Mercedes y Coca-Cola expresa el triunfo universal de la economía de mercado, ha pasado a ser francesa. François Mitterrand está orgulloso de esta nueva hazaña de Tapie, un personaje por cuyo futuro apostó hace ya un par de años. Para Mitterrand, ése es el camino a seguir por los empresarios galos: no asustarse por el poderío germano, sino aprovechar la actual euforia de los alemanes para arrebatarles en leal competencia algunas de sus mejores cartas.

Hijo de obreros marselleses, Tapie, de 45 años, ha ido haciéndose con el control de un importante grupo de fábricas de básculas domésticas, raquetas de tenis y productos dietéticos. Tapie compra cuando la empresa está en las últimas, y en un par de años la pone a flote. Sus métodos, una mezcla de ambición, entusiasmo, simpatía con el amigo y dureza con el enemigo, le han valido la acusación de aventurerismo de la élite tradicional de los negocios franceses.

Pero el éxito de Tapie no es sólo económico. En 1986 se hizo cargo de la presidencia de un equipo de fútbol de Segunda División, el Olympique de Marsella. Hoy el Olympique es el número uno del fútbol francés.

En 1988 Mitterrand, fascinado por el brío de este hombre salido de la calle, propuso a Tapie que se dedicara a la política. Como candidato independiente, pero bajo el amparo presidencial, Tapie arrancó su acta de diputado por Marsella. Un año y pico depués, en diciembre de 1989, Tapie aceptó un duelo televisivo con el líder ultraderechista Jean Marie Le Pen. Fue el primer personaje público francés que recogió ese guante. En la pequeña pantalla, Tapie jugó con las mismas cartas populistas que Le Pen, y le trituró. El marsellés probó que a macho, proletario, entusiasta del fútbol y del ciclismo y buen francés no le ganaba aquel señorito fascista. Tapie convenció a la gran mayoría de la audiencia de las ventajas que para Francia puede suponer la integración de las energías del Tercer Mundo aportadas por los inmigrantes.No será extraño que algún día Tapie se siente en el trono republicano que hoy ocupa su padrino Mitterrand. El pasado 25 de enero, los semanarios Le Nouvel Observateur y L'Evenement du Jeudi coincidieron en dedicar su portada a las posibilidades del marsellés a acceder a la jefatura del Estado. El análisis fue que, si la política francesa continúa su tendencia a norteamericanizarse y Tapie madura sin cometer serias meteduras de pata, puede conseguirlo.

Deslenguado y dotado de cierta belleza canalla, Bernard Tapie sólo quiere que le quieran. Ahora ha prometido conseguir para Francia la organización del Mundial de 1998. No es una bravuconada. Como principal patrocinador de eventos deportivos internacionales, Adidas tiene un enorme peso en la designación de las sedes olímpicas y de los países encargados de acoger la gran fiesta internacional del fútbol. "Si alguien ha ganado verdaderamente el mediocre Mundial de Italia", dijo ayer Tapie, "ése soy yo".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_