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Italia 90

Al menos dos muertos en Buenos Aires

Un muerto a golpes, otro por accidente y un tercero sin confirmar es el resultado más trágico de la celebración en las calles de Buenos Aires de la victoria de Argentina sobre Italia. Grupos de vándalos, más o menos organizados, aprovecharon los festejos para saquear y desencadenar una noche de violencia en la capital del país y su provincia. En Argentina se espera con inquietud la final del domingo, aunque se confía en que esta vez la policía esté prevenida y evite disturbios como los del martes pasado.

Las informaciones sobre los daños y muertos en los desmanes que siguieron a la eliminación de Italia discrepan, como suele ocurrir en estos casos, en los dos periódicos más solventes de Argentina. La Nación da un total de 165 detenidos y 134 procesados por presuntos delitos de robo, lesiones, atentado y resistencia a la autoridad. Confirma el diario conservador los detalles de la muerte de Luis Alba, de 54 años, a quien una patota (pandilla) mató a golpes en el barrio de Florencio Varela, a unos 25 kilómetros del centro de la capital. Alba salía a la calle con una bandera argentina en la mano para el festejo cuando pasó la patota gritando "el que no salta es italiano". Trataron los gamberros de arrebatarle la enseña y, cuando se alejaron, dejaron en el suelo, molido a golpes, a Alba, que falleció en el hospital. Otro muerto fue un chico de 15 años que se desnucó al caer de un camión donde celebraba la fiesta en el barrio de Quilmes.Sobre un tercer posible fallecido, en el barrio del Tres de Febrero, no hay coincidencia. La Nación escribe que Walter Soria, de 22 años, resultó herido de un disparo y se encuentra fuera de peligro. Clarín, sin embargo, lo incluye entre los tres muertos. Este mismo diario publica que se hallaban detenidas en la noche del miércoles 182 personas.

La preocupación del Gobierno se centra ahora en la final del domingo y más de un comentarista se felicita de que el contrincante sea la República Federal de Alemania y no Inglaterra. Una contienda con los ingleses podría haber despertado una explosión de chovinismo entre algunos sectores de la población y convertido el partido en una especie de revancha de la guerra de las Malvinas sobre la pradera del estadio Olímpico de Roma.

El descontento social contenido en las grandes áreas urbanas, sobre todo en el gran Buenos Aires, hace temer que, al amparo de la fiesta, grupos de delincuentes aprovechen la ocasión para saquear, provocar desórdenes y desencadenar una especie de catarsis colectiva para dar salida a la bronca (mala leche) acumulada. El ministro del Interior, Julio Mera Figueroa, expresó su inquietud cuando declaró: "No sabemos cuánta gente vamos a necesitar para evitar los desbordes, que, por otro lado, son de todo tipo. Anoche mismo [la del martes], la propia policía tuvo que proteger a siete individuos que habían quedado atrapados dentro de una joyería porque la gente los quería linchar. El problema es que uno rompe una vidriera y detrás todos sacan algo".

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