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Josimar, un futbolista roto

La estrella brasileña, que jugó en el Sevilla, va de escándalo en escándalo

Los sueños y las promesas de Josimar, una de las estrellas de la última generación brasileña, no resistieron tres días de carnaval. En las vísperas del enloquecedor período de fiestas en Río de Janeiro, el que fuera jugador del Sevilla hace dos años llenó los titulares de la prensa con el anuncio de que sería un hombre nuevo: nada de bebidas o mujeres. Dedicación total a los entrenamientos. Al final de este carnaval, esta semana, Josimar otra vez estaba en los titulares. Un detective de la policía carioca lo sorprendió en la casa de baños de un conocido club en Río mientras inhalaba una dosis de cocaína en un baile de carnaval.

Alto, negro, fuerte y voluntarioso, Josimar reaccionó a la voz de prisión de la manera como se le conoce: agredió al policía. Pero tuvo antes la precaución ¿le echar la cocaína en el sanitario, lo que evitó que saliera del club detenido. Pero ha sido encausado por las autoridades y será procesado."El tipo no me dijo que era un policía cuando entró en el baño", dijo Josimar, que niega haber utilizado cocaína. "Lo que el policía quiere es destruir mi carrera".

Hasta ahora, sin embargo, el principal adversario de la carrera deportiva de Josimar ha sido él mismo. A los 24 años, en 1986, él fue la revelación del equipo brasileño durante el Mundial de México. En aquel tiempo su posición en el campo parecía dominio absoluto de Leandro, que rehusé viajar al Mundial cuando el entrenador Telé Santana echó al delantero derecho Renato. Leandro y Renato eran muy amigos.

Inadvertido en Sevilla

Josimar fue llamado por teléfono desde México. Llegó cuando Brasil ya había disputado el primer partido e hizo dos goles espectaculares contra Irlanda y Polonia. Consagrado en el mismo Mundial que marcó el final de la carrera internacional de Zico, Josimar volvió a Brasil dispuesto a disfrutar de la gloria, fama, y, posiblemente, de los dólares que conseguiría yendo a Europa. En el Sevilla pasé casi inadvertido. Estuvo de febrero a junio de 1988, sin pena ni gloria, y su plaza la ocupó Polster.

Josimar, cuando regresó a Brasil lo hizo de manera poco recomendable. Con dos amigos más, organizó una orgía con un grupo de mujeres en uno de esos hoteles de citas bastante populares en las grandes ciudades brasileñas. Al final, le pegó a una de las participantes y terminó la noche en la comisaría, acusado de graves lesiones corporales.

Tras el escándalo su mujer le perdonó frente a las cámaras de televisión, emocionada. Pero Josimar volvería otra vez a llamar la atención de manera negativa cuando no regresó al hotel en que se encontraba con la selección brasileña, durante una excursión a Inglaterra en 1987. A pesar del nuevo escándalo (el jugador se emborrachó en compañía femenina) el entrenador Carlos Alberto Silva también lo perdonó.

Después de su pasaje por Europa, el intento de Josimar de afirmarse en el empobrecido fútbol brasileño ha sido más bien melancólico. Su equipo, el Botafogo, ganó después de dos décadas el campeonato carioca, el año pasado, pero las actuaciones de Josimar han sido discretas.

Al comienzo de este año el Flamengo fichó a Josimar en lo que parecía ser un nuevo inicio de carrera, pero el jugador no se presentó al club en el día fijado, decidiendo por su cuenta prolongar sus vacaciones. En las últimas semanas era un personaje poco visto en los entrenamientos. La consecuencia: actualmente es el reserva del reserva.

Josimar sigue casado con la misma esposa y esto explica en parte el hecho de que no tenga ningún problema financiero. Ella le administra.

Lo que sorprende en Josimar es sobre todo la persistencia de un comportamiento infantil mientras que las últimas generaciones de jugadores brasileños se caracterizan cada vez más por su fuerte profesionalidad. Ya pasó el tiempo de genios como Garrincha (que dejó un hijo de regalo a una sueca durante el Mundial de 1958), artistas dentro del campo e irresponsables fuera.

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