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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La soledad de la peseta

EL PROYECTO de creación de una zona de estabilidad cambiaria, concretada en el Sistema Monetario Europeo (SME), inició su andadura en marzo de 1979 con más ambición política que apoyos reales en las condiciones de base de las distintas economías. La pérdida de autonomía en la definición de políticas económicas específicas que imponía el mantenimiento de tipos de cambio cuasi fijos era entonces tanto más significativa para algunos países cuanto mayor era la falta de convergencia de sus economías con la que necesariamente estaba llamada a encabezar el proceso, la República Federal de Alemania.La renuncia a perder ese margen de maniobra es la que todavía mantiene al Reino Unido fuera del mecanismo de cambio del Sistema Monetario Europeo y permitió a Italia formar parte del mismo en condiciones más favorables que el resto de los países.

Frente al arco del 2,25%, asumido como banda máxima de fluctuación bilateral entre todas la monedas, la lira dispuso de un 6%. Esa mayor flexibilidad en el tipo de cambio de la moneda italiana tuvo un carácter transitorio, hasta tanto se redujeran las fuertes divergencias, fundamentalmente en términos de crecimiento de precios, que padecía la economía italiana frente a la media comunitaria. Esta situación transitoria se ha mantenido, sin embargo, durante 11 años hasta que el pasado fin de semana el Gobierno de Roma decidió el estrechamiento de la banda hasta el 2,25%.

La decisión de las autoridades italianas de reducir la discrecionalidad del tipo de cambio de su moneda frente al resto ha estado acompañada (precedida realmente) de una modificación de su paridad oficial, que ha supuesto una devaluación del 3,7% frente al marco. Ello equivale a disponer de una cierta tregua ante las evidentes presiones apreciadoras de la moneda alemana. Independientemente de otro tipo de consideraciones, ligadas específicamente a la dificultad de la lira para mantener esa disciplina más estricta, la cuestión más próxima para España es el mantenimiento en solitario de nuestra moneda en esa banda privilegiada del 6%.

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Durante estos años, la madurez del SME como esquema de disciplina ha dependido no sólo de la incorporación de otras monedas comunitarias, sino también de la desaparición del privilegio italiano. La incorporación de la peseta, el pasado mes de junio, al SME con una banda del 6% parecía institucionalizar ese doble status, en mayor medida aún por cuanto la eventual incorporación de la libra esterlina podría tener lugar en ese segundo nivel. Tras la decisión italiana pierde virtualidad este tipo de presupuestos, y la posición de nuestra moneda vuelve a adquirir el carácter de excepción circunstancial. Ser conscientes de ello no implica, desde luego, la próxima homologación con nuestros socios, pero tampoco cabe llamarse a engaño ante las eventuales presiones del resto de países miembros del SME.

En la decisión política adoptada hace seis meses por el Gobierno de Felipe González debió asumirse el escenario hoy configurado. La simultaneidad del inicio del proceso de integración comercial con la asunción de esa disciplina cambiaría resultó una apuesta tanto más fuerte cuanto más difíciles de domeñar resultaban nuestros desequilibrios básicos. Ni la evolución de los precios ni, en mayor medida, la del desequilibrio exterior propician hoy una quijotada como la que supondría el estrechamiento del margen de fluctuación de la peseta dentro del SME.

En la perspectiva de los próximos meses, la estabilidad de la peseta, y la del conjunto del SME, va a seguir condicionada esencialmente por las tensiones apreciadoras que experimenta desde hace meses el marco alemán. El minirreajuste que ha originado la lira no hace sino mitigar, y en el mejor de los casos alejar en el tiempo, la posibilidad de revaluación de la moneda alemana frente a la casi totalidad de monedas del SME, incluida la peseta.

Italia ha arriesgado mucho con esta medida, pero también demuestra un europeísmo práctico digno de alabar. El estrechamiento del margen de maniobra de la lira arrojará una experiencia interesante para España, que lo contempla, no hay que olvidarlo, en medio de un desarme arancelario muy singular.

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