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HACÍA UNA NUEVA EUROPA

Oposición sin líderes

El Nuevo Foro de Alemania Oriental no tiene ni dirección clara ni programa ni organización

Todo está por hacer. La gente de Nuevo Foro, el grupo opositor que ha conseguido ser prácticamente identificado con la ola de protestas que ha puesto en marcha la reforma en la República Democrática Alemana (RDA), no tiene programa, no tiene líderes, tiene una organización que se limita a turnar a un portavoz para que atienda a la Prensa y, por no tener, no tiene ni ambiciones. Pero cuenta ya con 200.000 afiliados, una cifra aún mucho mayor de seguidores y con un apoyo popular que le convierte en el mejor situado para ganar unas elecciones.

En una situación políticamente explosiva, con el Gobierno haciendo una concesión tras otra -la última, una propuesta de mesa redonda con la oposición para discutir el proceso electoral-, Nuevo Foro debate aún sobre su propia existencia.No es de extrañar. No hace ni dos meses, cuando surgió de entre las faldas de la Iglesia protestante, con motivo del sínodo de Eisenach, con Erich Honecker aún en el poder, sus impulsores, Rolf Henrich -un antiguo militante comunista que había sido expulsado del partido tras publicar el libro El Estado tutelar- y la pintora Bárbara Bohley -la figura más conocida-, habían dicho: "No somos anticonstitucionales". Daban muestras de una extremada prudencia tras serles denegada su inscripción legal.

Bohley aseguraba entonces que Nuevo Foro sólo quería dialogar con las autoridades de un país que se estaba desangrando lentamente por la huida masiva de sus ciudadanos y que pretendía "salvar lo probado y bueno de nuestro país". Desde entonces ha pasado lo que parece una eternidad, y Nuevo Foro se ha alzado como la voz más potente de la oposición, pero su discurso básico no parece haber cambiado, mientras que el del pueblo que se identifica con ellos sí.

En su apartamento de Koepenik, una localidad satélite situada a unos 25 kilómetros de Berlín, Ingrid Koeppe, una joven profesora de unos 30 años, ofrece la misma imagen que todos los portavoces que Nuevo Foro designa rotativamente en un intento de no apoyar ningún liderazgo. Una habitación blanca de paredes desnudas, montones de libros y un par de antigüedades de considerable valor -una hermosa alacena y un escritorio de marquetería- adornan la pieza. "No sabemos nada de la propuesta del Gobierno para la mesa redonda", explica de entrada; "cuando recibamos una invitación entonces tendremos una prueba de sus intenciones y actuaremoss en consecuencia".

Koeppe, sin embargo, se muestra confusa ante la pregunta de cuáles serán sus propuestas. "No tenemos un programa ni tampoco líderes", admite; "todo esto tenemos aún que discutirlo". Tampoco parece seguro si quienes controlan Nuevo Foro están dispuestos a convertirlo en un partido político o prefieren que siga como una organización que vigile el proceso de reforma política.

La reunificación

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Sin embargo, poco después, Koeppe admite algunos presupuestos. "Queremos algunos elementos de la economía de mercado, pero no todos", explica, "Es evidente que la economía planificada no funciona, pero no queremos dejar entrar a la gran industria de la República Federal de Alemania (RFA) en nuestro país", añade.

No es la única en pensar así. Elke Guenter, diseñadora de vestuario para teatro, es más concreta. "No queremos ser un Estado federado más de la RFA, quremos seguir siendo un Estado aparte, y no nos interesa una sociedad orientada al consumo, una sociedad en la que hay que dar codazos para sobrevivir".

Parece una consigna entre la gente de Nuevo Foro su rechazo a las pretensiones de determinados círculos de la otra Alemania. La reunificación no está en la agenda, aseguran todos, incluso cuando se les recuerda que hace una semana, en Leipzig, cuna de esta revolución pacífica, aparecieron las primeras pancartas pidiendo una Alemania reunificada.

"No hay que hacer mucho caso de esas pancartas que pedían la reunificación alemana el otro día en Leipzig", afirma Ingrid Koeppe. Esta palabra -Wiedervereinigung-, este tema, "ha sido uno de los grandes tabúes durante todos estos años", asegura, y por ello no es de extrañar que ahora la gente lo saque a la calle. "Es una manera de exorcizarlo", concluye.

Su desconfianza con el Gobiemo actual, tanto con Egon Krenz, como con el reformista primer ministro Hans Modrow es también grande. "Éste es un Gobierno provisional", asegura Guenter.

Todos ellos creen que entre la población sigue existiendo una gran desconfianza ante las autoridades, a las que identifican con el pasado.

"No pueden pretender que nos creamos sus buenas intenciones", indica Lothar Mueller, un joven de Leipzig que pasa unos días en Berlín. "Cuando empezaron las reformas en la Unión Soviética pensamos que pronto llegarían aquí; luego vinieron Polonia y Hungría, y esta gente seguía sin hacer nada; ahora se han apuntado cuando se les deshacía el país".

Mueller es aún más radical que sus compañeras, a las que veladamente acusa de privilegiadas. "Berlín es una excepción", explica; "este Gobierno ha querido hacer de la capital un escaparate, y ha dejado que el resto del país se deteriore hasta extremos inconcebibles". Tal vez por esta razón, agrega, el movimiento está mucho más politizado y radicalizado en provincias que en la capital.

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