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Huelga de 20.000 mineros soviéticos para exigir reformas políticas y laborales

FIAMMETA CUCURNIA, En Mezhdurecensk, en el corazón de la cuenca minera más importante de Siberia occidental, los mineros han interrumpido el trabajo. Doce mil mineros salieron a la plaza, apoyados y aplaudidos por la ciudad entera, para iniciar la primera huelga masiva inspirada no ya por exigencias políticas y nacionalistas autonómicas, sino por reivindicaciones sociales y salariales. Con una rapidez inusitada, los diarios Pravda, Trud y Sovietskaia Rosia informaron de la huelga el pasado martes (20.000 personas en las calles).

Antes de que las difíciles negociaciones entre los trabajadores, el primer secretario regional Melnikov en Kemerovo y el ministro del Carbón Shadov lograran apacigüar la protesta, que aparece como la primera señal de una nueva fase política de la perestroika, la explosión de un malestar social y económico no debe confundirse de ninguna manera con las reivindicaciones nacionalistas centrífugas.Todo comenzó hace dos semanas, justamente mientras el Soviet Supremo de la Unión Soviética confirmaba, bajo la mirada de los teleespectadores, a Mijail Shadov en el puesto de ministro del Carbón.

Fue entonces cuando los mineros del Kuzbass siberiano decidieron presentar ante las autoridades ciudadanas y empresariales una lista de reivindicaciones, que abarcaba desde la protesta por la escasez crónica y total de productos de primera necesidad en las tiendas, hasta la petición de ampliar la autonomía económica de los mineros, reduciendo la influencia del partido y, sobre todo, el extraordinario poder del ministerio del Carbón. Las autoridades, probablemente ya habituadas a este tipo de acontecimientos, no concedieron especial importancia al suceso.

Así, el pasado lunes, diez días después, los primeros 77 mineros de Mezhdurecensk declararon el comienzo de la huelga, desarrollando una amplia actividad sindical para atraerse a todas las minas y a los distribuidores de las ciudades vecinas.

El resultado es que al día siguiente, doce mil mineros pararon el trabajo, con el apoyo de los 100.00 habitantes de la ciudad, y ocuparon la plaza central, para no abandonarla ni durante las horas de la noche.

Aunque los transportes sigan funcionando, los hombres están todos en la plaza, armados de sus linternas mineras, que de día y de noche iluminan la tribuna central sobre la que se turnan trabajadores y dirigentes.

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