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Profunda división entre los conservadores británicos por la actitud ante la CE

La actitud a adoptar ante la CE ha provocado en las filas del conservadurismo británico una división tan profunda que ha trascendido al público, sorprendido por el inaudito espectáculo de la discrepancia a voces y por la dureza de las palabras que se cruzan los implicados. Margaret Thatcher, Edward Heath, Geoffrey Howe, Michael Heseltine, lord Plumb y lord Cockfield aventan en la calle sus diferencias a menos de un mes de las elecciones europeas, para desconsuelo del partido y gozo de la oposición.

La crisis que ahora ha estallado viene de lejos, desde cuando, el pasado mes de septiembre, Thatcher definió en Brujas su visión de una Europa sin injerencias de la que ella ve como burocrática y socializante Bruselas. Ahora acaba de repetir que su Gobierno va a luchar por "nuestra clase de Europa, no un superestado dirigido desde Bruselas que ahoga nuestra identidad y absorbe nuestra soberanía, sino una Europa en la que los diferentes Estados tienen espacio para respirar".A Edward Heath, europeísta visceral y el primer ministro que firmara la adhesión británica a la Comunidad, en enero de 1972, esa reiteración le ha sacado de quicio y, por enésima vez, la ha emprendido contra la primera ministra, a la que acusa de engañar al público y de decir "completas tonterías". Thatcher es una autoritaria que quiere imponer al partido su visión restringida de Europa y "está claro que este Gobierno y Thatcher se van a oponer a cada cuestión positiva que plantee la Comunidad".

La primera ministra, que ha dado orden a su Gobierno de escrutar cada punto y cada coma de los textos que llegan de Bruselas, acababa de apuntar que podría recurrir al Tribunal Europeo de Justicia la directiva comunitaria sobre la advertencia del riesgo de fumar. "Si acude al Tribunal Europeo va a convertir a este país en el hazmerreir de Europa", apostilla Heath.

La libra y el SME

Geoffrey Howe -ministro de Exteriores, quien como el de Hacienda, Nigel Lawson, discrepa diplomáticamente de la cerrazón thatcheriana- ha salido al paso de la disputa y ha pedido a Heath que reconozca los méritos europeístas Thatcher, pero ha vuelto a defender la conveniencia de incluir "en el momento oportuno" la libra en el Sistema Monetario Europeo (SME), algo que Thatcher no está dispuesta a realizar a medio plazo, por ver en ello un gran riesgo para la independencia de su política económica.

Heseltine, el mercurial ex ministro de Defensa y figura que aspira a heredar el liderazgo conservador más que a derrocar a Thatcher, se desmarca sin agresividad de ella y recomienda la unión al SME porque de lo contrario la industria británica competirá en inferioridad de condiciones con la continental a partir de 1992.

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Lord Plumb, presidente del Parlamento Europeo y, en cierta medida, portavoz de los afligidos sentimientos de los candidatos conservadores en los comicios del 15 de junio, ha respondido a Margaret Thatcher, aunque sin mencionarla explícitamente. "Los que piden una Europa de Estados soberanos que cooperan entre sí en lo que les parece no entienden la naturaleza de la Comunidad", dice Plumb. "Ya hace tiempo que la Comunidad ha superado ese estadio y sus principales logros hubieran sido imposibles sin la unión de las soberanías".

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