"¿Hasta cuándo?"

Eran casi las nueve de la noche del pasado lunes en Buenos Aires (medianoche, hora peninsular española) y el sargento de policía que sujetaba con mano nerviosa su metralleta dijo "Hay que moverse, van a empezar a disparar hacia aquí".Estaba empezando a oscurecer y ya nadie se sentía seguro de nada. Hasta entonces habíamos permanecido agazapados detrás de un Renault 7, aparcado frente a la entrada principal del Regimiento de Infantería Mecanizada número 3 de La Tablada. Apenas un par de soldados vigilaban esa entrada que por la mañana había sido objeto del ataque del comando asaltante. Junto a ellos, en el césped, se encontraban tres cadáveres de atacantes, entre ellos el de una mujer.

Escondidos detrás de un coche, un militar vestido de civil cuatro agentes de policía y esta enviada especial tratábamos de adivinar qué iba a ocurrir en los momentos siguientes.

El casino de oficiales ardía como una falla y se escuchaba el incesante tableteo de ametralladoras. En las calles perpendiculares al Regimiento, había cañones dispuestos a disparar.

Proyectiles rebotados

Grupos de soldados, muchos de ellos vestidos con ropa deportiva, tal como el ataque les sorprendió en sus casas, intentaban despejar la zona de lo curiosos y periodistas presentes. Alguien gritó: "¡Viva la muerte!". Y el militar vestido de paisano que estaba a mi lado añadió, con ironía: "Eso, y viva Perón". Hasta el lugar donde nos hallábamos llegaban las balas rebotadas. Sonó un cañonazo impresionante, que incrementó las llamas. "Parece fin de año". "Mientras no sea el último". Un policía puntualizó "Eso ha sido justo donde el ran cho de la tropa".

El olor acre de las explosiones y de cuerpos quemados llegaba hasta nosotros. Fue entonces cuando tuvimos que abandonar la protección del coche y correr hacia el interior de las calles que rodean el Regimiento. "¡Van a disparar contra la gasolinera!".

En la calle de Godoy Cruz, a sólo dos manzanas de donde estaban produciéndose los hechos, los vecinos permanecían asomados a sus balcones, contemplando el espectáculo que les mantenía el alma en vilo. Ancianos, señoras de su casa, jóvenes matrimonios y niños, defendiéndose del calor con camisetas, calzoncillos o trajes de baño y un refresco en mano, comentaban el desarrollo de los acontecimientos.

El Regimiento de Infantería Mecanizada número 3 de La Tablada está situado en el distrito de La Matanza, un nombre sobre el que nadie se atreve hoy a hacer bromas. Es uno de esos enormes barrios populosos, semiindustriales, de pequeñas fábricas y viviendas de un solo piso, típicos del gran Buenos Aires. Sus habitantes son peronistas hasta los dientes. Anteanoche no lo tenían nada claro. Se cruzaban versiones acerca de la identidad de los asaltantes y se aceptaba con reparos la versión de que eran de ultraizquierda.

Se hablaba de los heridos inocentes que habían caído en el barrio víctimas de balas rebotadas o de los disparos de francotiradores que, desde lo alto de los tejados, apoyaban a los asaltantes que se encontraban dentro del regimiento.