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LA DERROTA DE UNA DICTADURA

Y ya cayó

Los partidarios del 'no' convirtieron la capital chilena en una fiesta

"Y ya cayó". Ésta fue la nueva consigna que los chilenos corearon en la madrugada del jueves, en la noche más larga de fiesta en 15 años de dictadura. Las calles de acceso al centro de un Santiago que no durmió mostraban barreras, coches policiales y carabineros que impidieron el paso hasta la 1.03 (5.03, hora peninsular), cuando el miembro de la Junta y jefe de la fuerza aérea, Fernando Matthei, reconoció el triunfo del no. Hasta entonces la ciudad estaba casi desierta, con sus calles solitarias y patrulladas por vehículos policiales y carros blindados militares.

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Paulatinamente, carabineros y soldados se retiraron. Hasta ese instante, sólo en las barriadas más radicalizadas, como la Victoria y Villa Francia, los pobladores festejaban el triunfo en las calles. En muchas casas, los vecinos oían a todo volumen Radio Cooperativa, principal emisora de la oposición, que difundía los resultados del Comando por el No. El anuncio de la victoria opositora prolongó la fiesta. Muchos se dirigieron al centro de la ciudad. "Chile es nuestro", decía una pancarta que exhibía un grupo de jóvenes.La sede de la fiesta fue el Comando por el No, en la avenida de la Alameda, la principal de Santiago, exactamente al frente del edificio Diego Portales, la sede de la Junta, donde el Gobierno llevó su escrutinio. "Chi-chi-chi-le-le-le, que se vaya, Pinochet", gritaron cientos de manifestantes, políticos y periodistas, dentro y fuera de la sede del no. Fue también la noche de los abrazos largos de amigos y desconocidos, nudos en la garganta y lágrimas de alegría. "Por fin, por fin les ganamos", gritó un manifestante a los policías que vigilaban el lugar.

"Chile, la alegría ya viene", cantaban los políticos y observadores extranjeros, entre ellos Txiki Benegas y Elena Flores, del PSOE, en la sede opositora. Cuando habló el líder democristiano, Patricio Aylwin, portavoz del Comando por el No, envió un saludo al encarcelado ex vicepresidente socialista Clodomiro Almeyda. "La abrumadora mayoría nacional ha entendido que Pinochet ha sido y es el obstáculo" para el reencuentro de los chilenos, dijo Aylwin, e hizo un llamamiento a un "acuerdo nacional para la democracia en el que participen todas las fuerzas políticas, sociales e institucionales del país".

Instantes después, a las dos de la madrugada, cientos de corresponsales corrieron al edificio de enfrente, donde el subsecretario del Interior, Alberto Cardemil, entregó, con rostro adusto y sin permitir. preguntas, el tercer escrutinio del Gobierno y el primero en que admitió su derrota. Cuando terminó de leer, los periodistas aplaudieron. Los carabineros de guardia se miraban entre sí, desconcertados, y los pocos pinochetistas y secretarias que aún quedaban se retiraron rápidamente. Media hora más tarde, el edificio Diego Portales aparecía silencioso y sombrío. La fiesta del no ocupó la alameda sin que la policía interviniera.

A los pocos minutos, una caravana de automóviles que tocaban sus bocinas interrumpió el tránsito. En vano un dirigente pidió por altavoz: "No ocupen la calle". Grupos de mujeres y niños bailaron en rondas por la alameda, mientras tres personas descorcharon una botella de champaña. "Mañana, Pinocho, tírate al Mapocho", gritó una improvisada marcha de unas 1.000 personas en que coexistían puños en alto y la v de victoria con los dedos, los símbolos de la izquierda y la Democracia Cristiana.

Noche para el recuerdo

Todos se congregaron en otra sede del no en la alameda, a 200 metros de la anterior. Por altavoz, a las 3.30, Genaro Arriagada, secretario ejecutivo del Comando por el No, dijo: "Esta noche será largamente recordada. Nuestro triunfo es tan indesmentible como los Andes". Cuando terminó, los manifestantes, tomados de las manos, cantaron el himno de Chile y gritaron: "El pueblo unido jamás será vencido" y "Se siente, se siente, Allende está presente". Y partieron en una caravana de autos embanderados y a pie a recorrer la capital.

Eran las cuatro de la madrugada. Grupos de jóvenes saludaban a los automóviles que tocaban las bocinas. En las poblaciones aparecieron los primeros panfletos que decían "Chile ya ganó. Pinochet debe renunciar". Algunos cambiaron la letra del himno del no. En vez de "La alegría ya viene", cantaron "La alegría ya llegó".

Decenas de miles de manifestantes ocuparon desde la mañana de ayer la avenida Alameda, la principal arteria santiaguina, con banderas del no, a pie y en automovil, tocando bocinas y cornetas en la continuación de la fiesta iniciada en la madrugada. Los rumores de una dimisión de Pinochet circularon. Algunos gritaban, "¡Haití o Paraguay!". Frente al Palacio de la Moneda, fuerzas de carabineros dispersaron con tanques de agua y gases lacrimógenos a los manifestantes. Dirigentes del Comando del No procuraban al anochecer que la multitud despejara el centro para evitar mayores incidentes.

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