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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Silencio por minutos

En su artículo Silencio por minutos por minutos (EL PAÍS, 21 de marzo), Fernando Savater, al hilo de la narración de un coloquio celebrado en San Sebastián, comenta la insistencia del público en lamentar que aquellos coloquios no puedan tener lugar en Madrid. Pues bien, no puedo por menos que apoyar a Savater cuando expresa su perplejidad ante la reiteración de semejante queja. Y yoy a intentar hacerlo con el relato de otro hecho real, complementario del que describe.Yo asistí, hará cosa de un mes, a uno de los coloquios que, bajo el genérico y olímpico título de Euskadi 88, se desarrollaron en el Ateneo de Madrid. Versaba el evento sobre la autodeterminación, y el mal sabor de boca que me produjo aún no se me ha borrado. Como no conocía el pedigrí de todos los invitados, supuse candorosamente que la organización habría respetado un mínimo de pluralismo en su selección. Nada de eso. Allí todos estaban a partir un piñón. Y el lugar estelar, miren ustedes por dónde, le fue reservado a Javier Sádaba, quien dijo exactamente lo que su público quería escuchar.

Un coloquiante definió la Constitución como el código del terror. Preguntado otro sobre el alcance deseable de la reinserción, contestó que debía llegar en su generosidad incluso a los jefes de Estado y de Gobierno de los últimos 10 años. En fin, la honda preocupación semántica de un tercero le llevó a sostener que no hay más terrorista que aquel que llama a otro terrorista (con independencia de quien ponga las bombas, supongo).

No quedó muy claro, sin embargo, qué cosa sea ésa de la autodeterminación. Cuando un espectador osó inquirir sobre el documento en que habría de incluirse el término de marras para su articulación jurídica, Javier Sádaba hizo gala de su desprecio hacia los leguleyos y de su muy filosófica pasión por las esencias '"El texto es lo de menos", dijo "Ya vendrá después, si viene. A mí lo que me importa es la autodeterminación" (estoy por afirmar que lo pronunció con mayúsculas). Ya metidos en este tipo de lógica, alguien podría pensar que, pues todo esto se dijo, es porque pudo decirse. Sádaba volvió a sacarnos del error: regocijo del público congregado en el Ateneo ¿de Madrid? Confieso que he escrito lo que antecede porque yo también cometí la cobardía de callarme.-

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