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A favor de que la mujer trabaje

La aceptación de la idea de que la mujer soltera debe trabajar es unánime, incluso entre los españoles de más edad. Que una recién casada trabaje encuentra un amplísimo respaldo, sobre todo en las edades más jóvenes. Y otro tanto ocurre en el caso de la casada sin hijos y de la casada con hijos mayores. Tan sólo el trabajo de la mujer casada con hijos pequeños encuentra alguna resistencia: el 47% a favor frente al 94% que respalda que trabajen las solteras. En este aspecto, el cambio cultural o de valores sigue una dirección inequívoca y, al parecer, irreversible a pesar del estancamiento de la participación de la mujer en la población ocupada desde 1973: cada vez, la opinión de que la mujer debe trabajar fuera del hogar, con independencia de su situación de maternidad, está más extendida.

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Colaboración en el hogar

A lo largo de la presente década, el reparto de las tareas domésticas no parece haber experimentado una variación equiparable en magnitud a la registrada en otros ámbitos del comportamiento de los españoles. En realidad, cabe casi más hablar de estancamiento que de evolución. Los datos no pueden ser más significativos: en 1980, el 20% de los españoles declaraba que el desayuno en los días de trabajo lo preparaba el marido o tanto el marido como la mujer. En la actualidad, ese porcentaje es del 26%. En 1980, en el 10% de los casos fregaba los platos o recogía la cocina el marido o ambos; ahora, en el 16%. En 1980, las cosas del hogar que se rompían las arreglaba el marido en el 39% de los casos y la mujer en el 27%; en la actualidad, son los mismos porcentajes. En 1980 el 8% declaraba que la casa la limpiaba el marido o ambos; ahora dice eso el 11 % de los encuestados.

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