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CAMPEONATO MUNDIAL DE AJEDREZ

Karpov sólo necesita hoy las tablas para lograr el título tras su triunfo en la penúltima partida

Leontxo García

El soviético Anatoli Karpov, aspirante al título mundial de ajedrez, sólo necesita hacer tablas hoy, con las piezas negras, en la última partida del encuentro que disputa frente a su compatriota Gari Kasparov, el actual campeón, para lograr su objetivo. Karpov consiguió ayer una espectacular victoria en la penúltima, aplazada el miércoles en posición favorable Para él tras cinco horas de juego. La clave de su triunfo estuvo en el control absoluto de los nervios que mostró cuando las manecillas del reloj presionaron por igual a ambos jugadores. El marcador favorece a Karpov por 12 puntos a 11.

Cuando Karpov bajó del coche, una mirada a sus ojeras fue suficiente para comprobar lo poco que había dormido. La tez oscura de Kasparov impedía llegar a conclusiones similares, pero los semblantes de sus analistas delataban su adoración nocturna a Caissa, la diosa del ajedrez, suplicando un indulgente empate. A juzgar por el comienzo de la segunda sesión, la divinidad había escuchado los ruegos del campeón, que no pudo evitar un gesto de alivio al ver la jugada secreta de Karpov. Según la mayoría de los expertos, el aspirante no eligió la mejor continuación.En cualquier caso, eso ya no tenía remedio. Así lo entendió Karpov, que comenzó a jugar con absoluta frialdad, alternando jugadas activas con medidas profilácticas. Durante los primeros movimientos, Kasparov mantuvo sus posibilidades de contrajuego y logró frenar su fiero carácter. Todos estaban de acuerdo en que la posición era ventajosa para las blancas, pero nadie se atrevía a vaticinar el desenlace, tal vez por el recuerdo de lo que pasó en Moscú, el 9 de noviembre de 1985, cuando Kasparov se proclamó campeón tras levantar una partida muy desfavorable.

La ansiedad general era palpable. Los periodistas asediaban a los miembros de ambas delegaciones, intentando saber cuantas horas habían dormido los jugadores o qué opinaban sobre la posición, pero los soviéticos ponían cara de poker y no soltaban prenda. Algunos espectadores, armados con el tablero de bolsillo, discutían acaloradamente en defensa de su favorito. Una vez más, lo único relajante era mirar a Natacha, la esposa de Karpov, que paseaba su elegancia por la sala de Prensa con un vestido blanco y rojo, como si estuviera por encima del bien y del mal. Su indirecta rival, Clara, la madre de Kasparov, prefirió ayer comerse las uñas en casa.

Hacia las seis de la tarde, la caldera se puso a hervir sobre la llama de los apuros de tiempo que se introducían paulatinamente en los dos sobrecargados cerebros. El ritmo de la lucha se aceleró, pero Karpov no movía ningún músculo más de lo estrictamente necesario y sus jugadas seguían guiadas por una lógica casi inhumana. Por el contrario, la cabeza de Kasparov sufrió los efectos de una fuerte marejada, que le hizo perder el control e intentar complicar la partida en el momento más inoportuno. Su gran enemigo en este encuentro, el reloj, estaba otra vez con la espada levantada y el joven aserbayano, fuera de sí, derribó involuntariamente algunas piezas al efectuar sus jugadas.

Con sus movimientos 49 y 50, Kasparov marcó el camino hacia el suicidio posicional, que Karpov adornó con un remate espectacular. Todo eso ocurrió a gran velocidad, hasta el punto de que la mayoría de los espectadores no comprendía lo que estaba sucediendo. Pasado el control de tiempo, el holandés Geurt Gijssen, árbitro principal, paró el reloj para comprobar que ambos habían llegado a la jugada 56, lo que aumentó todavía más el estado de confusión general y causó una falsa alarma entre varios informadores, que corrieron despavoridos por los pasillos hasta que el arbitro auxiliar, Lembit Vakhesaar, les aseguró que la partida no había terminado. Mientras Gijssen la reconstruía, el campeón tenía la vista fija en el público, como si intentara recobrar fuerzas para seguir jugando. No obstante, Kasparov estaba perdido y poco después estrechó la mano de Karpov, que se vio en las puertas del cielo.

En los anteriores encuentros entre los dos, Karpov ha ganado varias partidas después de perder las inmediatamente anteriores, pero Kasparov no lo ha logrado nunca. Además, éste ya no dispone de ningún día de descanso que le permita recuperarse como el año pasado, en Leningrado, cuando Karpov, después de ganar tres partidas seguidas, cometió el grave error de solicitar un tiempo muerto, lo que permitió que Kasparov recobrara su moral de victoria. Esta vez, Clara Kasparova sólo dispone de unas horas para restañar las heridas de su hijo.

Desarrollo

Blancas: Karpov.

Negras: Kasparov.

Defensa Grunfeld

1 c4, c5 / 2 Cf3, Cf6 / 3 Cc3, d5 / 4 cd, Cd5 / 5 d4, Cc3 / 6 bc, g6 / 7 e3/ Ag7/8 Ad3,0-0 /9 0-0, Dc7 / 10 Tb1, b6 / 11 De2, Td8/ 12 Ae4, Aa6 / 13 c4, Ce6 / 14 d5, f5 / 15 Ad3, e5 / 16 e4, Cd4 / 17 Cd4, cd / 18 Ag5, Tf8 / 19 Tfc1, Tac8 / 20 Ad2, Tf7 / 21 a4, fe / 22 De4, Tcf8 / 23 f3, Ac8 / 24 a5, Ac8 / 25 De2, Te8 /26 Ae4, Af8 / 27 Dd3, Ac5 / 28 Ta1, Dd7 / 29 Te1, Dc8 / 30 Rh1, Tc7 / 31 Tab1, Rg7 / 32 Tec1, Ae4 / 33 fe, Tf7 / 34 Dg3, ba / 35 Aa5, Tf4 / 36 Te1, Da6 / 37 Ad2, Tf7 / 38 Dd3, Tef8 /39 h3, Tf2 / 40 Ta1, Df6, y Karpov puso bajo sobre la jugada secreta en una posición poco clara. 41 Tg1 (secreta. Probablemente, era mejor 41 Th 1) 41... h5 / 42 Ta5, De7 / 43 Tb1, h4 / 44 Ta6, Tf8-f7 / 45 Tc6, Df8 / 46 Tg1 (Karpov evita que la torre negra entre en la octava fila con jaque y amenaza Ag5) 46... Ae7 / 47 Te6, Rh7 / 48 Ae1, Tf1 / 49 Ad2, Ac5 (probablemente, esto ya es un error. Los especialistas sugerían 49... Tf2) / 50 Tc6, Tf7-f3 (un golpe táctico a la desesperada que Karpov refuta contundentemente) / 51 gf, Tf3 / 52 Tc7, Rh8 / 53 Ah6 (ésta es la jugada ganadora) 53... Td3 / 54 Af8, Th3 / 55 Rg2, Tg3 / 56 Rh2, Tg1 / 57 Ac5, d3, y Kasparov decidió abandonar. Tras 58 Ab4, la situación de las piezas negras sería realmente desesperada.

"Gracias, estoy muy cansado"

Si los apasionados seguidores aserbayanos de Kasparov lograron hace dos años, en Moscú, que el ambiente recordara al de una plaza de toros, ayer, a orillas del Guadalquivir, no podía ser menos. Cuando Karpov remató la faena, el público estalló en aplausos y algunos espectadores, emocionados, corearon su nombre.En un alarde de previsión, Natacha Bulanova logró salir del teatro unos minutos antes para no ser asediada por sus admiradores, lo que le ocurrió a la madre de Kasparov en aquella tarde moscovita. Mientras el triunfador intentaba relajarse, su jefe de delegación, su médico y el encargado de su seguridad se fundieron en un abrazo. Cuando, por fin, salió al pasillo, Karpov tenía lágrimas en los ojos. No concedió entrevistas: "Gracias, estoy muy cansado".

Kasparov, que salió por la puerta de atrás, lloró apoyado en uno de sus analistas. Su gran problema ante la partida de hoy no está en la necesidad imperiosa de ganar, sino en su moral, destrozada, y en su estado fisico, dañado por dos noches en las que apenas habrá conciliado el sueño. Aún tiene dos pequeñas referencias para inyectarse optimismo: juega con las blancas y su rival tampoco estará en condiciones envidiables. Sus seguidores confiaban ayer en su genialidad pero el gran maestro británico Raymond Keene, amigo suyo personal, fue tajante: "No tiene ninguna posibilidad".

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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