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100 años trabajando en biomedicina

El nacimiento de los Institutos Nacionales de Salud tuvo lugar hace 100 años en un pequeño laboratorio que se situó en las buhardillas del hospital de la Marina, en Staten Island. Desde entonces ha aumentado en importancia y, en instalaciones. En 1891, el Laboratorio de Higiene, como se le conocía entonces, se trasladó a Washington y se cambió su nombre por el de Instituto Nacional de la Salud. Se le encargó la misión de investigar la causa, prevención y curación de las enfermedades, y, ya desde aquella época, se planteó la necesidad de ayudar a investigadores para que pudieran desarrollar su labor.En 1938 el instituto se trasladó a Bethesda y en 1948 se le dio el nombre definitivo de Institutos Nacionales de la Salud, debido a que ya se habían creado diversos institutos nacionales dentro de su estructura. El científico español Severo Ochoa, premio Nobel de Medicina conoció muy bien esta etapa de su evolución. El crecimiento de este gran laboratorio vino después de la II Guerra Mundial. Hasta entonces, la investigación básica en Estados Unidos estaba poco desarrollada. En sus recintos, que ocupan 60 acres, hay 60 edificios dedicados a investigar y buscar soluciones a enfermedades tan graves como el cáncer o el SIDA. La sede actual de los NIH está en un pueblecito cercano a Washington llamado Bethesda, en el cual, del 15 al 18 de octubre pasado, la comunidad científica internacional se reunió para celebrar los 100 años de su existencia.

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"No podemos ofrecer una solución total al SIDA", afirma James B. Wyngaarden

Un presupuesto anual de seis billones de dólares permite que cuente con 15.000 empleados, de los cuales 3,500 son investigadores. De ellos han salido más premios Nobel -unos 60- en Medicina y Fisiología y Química que de cualquier otro centro. James B. Wyngaarden, doctor en Medicina, siempre estuvo interesado por la química, por lo que, después de terminar la carrera y trabajar tres años en un hospital, dedicó otros cinco a la investigación en un laboratorio de química. Más tarde, en la universidad de Carolina, juntó la investigación básica con la clínica. Durante años fue jefe del departamento de medicina de esa universidad, y después de diversos cargos administrativos ftie nombrado director de los Institutos Nacionales de Salud. Su libro Bases metabólicas de las enfermedades goza de gran prestigio.

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