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Tribuna:LAS ELECCIONES DEL 10 DE JUNIO
Tribuna
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Madrid, una región metropolitana donde vivir

La democracia ha dado a Madrid un nuevo sentido. Puede decirse que con la llegada de los ayuntamientos democráticos en 1979 y la comunidad autónoma en 1983 los ciudadanos han recuperado sus ciudades primero y su región después como espacios de convivencia y bienestar.Que los socialistas hayamos gobernado mayoritariamente en municipios y Comunidad estos últimos ocho años nos gratifica por las muchas cosas realizadas y nos compromete con los habitantes de la región para ofrecer un futuro mejor, más habitable.

Fines distintos

En condiciones económicas que sólo en los últimos tiempos han comenzado a mejorar, los ayuntamientos y la Comunidad no sólo han desterrado los desmanes urbanísticos, medioambientales, culturales del pasado, sino que han hecho muchas más cosas que se hacían antes y, lo que es más importante, hechas de distinta forma, con otros fines.

Durante los últimos cuatro años se ha logrado poner en marcha la comunidad autónoma en Madrid. Y se ha hecho sorteando abundantes dificultades, superando bastante incomprensión y combatiendo la indiferencia. Una comunidad integradora y no conflictiva, primando la eficacia y no la reivindicación.

Este proyecto, que algunos siguen pretendiendo ignorar, ha conseguido imprimir unas señas de identidad propias a la Comunidad de Madrid.

Así pues, la política seguida ha pretendido y conseguido existir creando, o, dicho de otra forma, la existencia se ha justificado por la utilidad de lo realizado. Más de 200.000 millones de nuevo capital social en viviendas, depuradoras, vertederos, grandes parques metropolitanos, coches de metro, polideportivos o teatros, lógicamente, han acabado por dejar una impronta en el paisaje urbano y rural. Se han. gestionado mejor los servicios transferidos y se han creado nuevos. Algunos ejemplos: por primera vez en decenios el patrimonio público de viviendas (más de 100.000 viviendas) se puede decir que está gestionado, el Canal de Isabel II ha dejado de perder dinero, la empresa pública Tres Cantos ha pasado de ser una ruina a ser una empresa viable, se ha creado el Consorcio de Transportes, imposible de imaginar si no hubiera existido la Comunidad de Madrid, etcétera. Más de la mitad de las inversiones municipales de la región, en estos últimos cuatro años, las ha financiado pura y simplemente la Comunidad de Madrid. Naturalmente que todo se ha hecho bajo la óptica de la igualdad: reequilibrio territorial y servicios públicos que por serlo benefician más a quien menos tiene.

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La falta de vertebración social y territorial de Madrid proviene de una. doble y profunda causa: el despilfarro urbanístico y arquitectónico provocado en los ya lejanos años del desarrollismo y la segregación social mantenido por la crisis. Aunque las perspectivas económicas para Madrid son razonablemente optimistas (se han creado 160.000 empleos netos en los dos últimos años), ese despegue, por sí solo, ni va a solucionar el problema de la actual segregación, social con las lacras de la marginación, ni va a dotar, sin más, al territorio de un sistema integrado. Será la acción pública la que tenga que actuar sobre ambos. Integrar a Vallecas o a Parla en la capitalidad, que hoy tan sólo detenta una pequeña parte de la Villa y Corte, exige una acción sobre el territorio que difícilmente están dispuestos a realizar aquellos que creen exclusivamente en la magia de la mano invisible del mercado, ni lo van a hacer quienes, parece, se han tomado el trámite de estas elecciones a beneficio de inventario proponiendo genialidades como el segundo aeropuerto, la gratuidad del transporte (en Grecia, tal machada estuvo a punto de acabar con la existencia del transporte público) o la liberalización del taxi para arreglar el tráfico en Madrid.

No se trata sólo de realizar una política territorial progresista; se trata también de cubrir cada vez más los servicios que aseguren una supervivencia física y cultural dignas, además de incentivar la creación de empleo.

Frente al concepto de desarrollo puramente cuantitativo, es preciso recordar que desarrollo es también no sólo educación y cultura, sino educación y cultura para todos, partiendo de los niveles más básicos, como el todavía existente analfabetismo de la población adulta, pasando por los planes de formación para jóvenes, la extensión de los centros culturales y bibliotecas, la ampliación de la red de teatros municipales, etcétera, y llegando hasta la asunción del reto que representa la posible nominación de Madrid como capital europea de la cultura en 1992, consolidando las grandes actuaciones como el eje de la Castellana.

Una región metropolitana como la de Madrid dificilmente soportaría física y socialmente una vuelta al urbanismo fácil y depredador o un recorte de la ya menguada hacienda local o regional en forma de servicios tan elementales como imprescindibles. Tampoco parece que sea este territorio propicio a los experimentos insensatos que, no sin desparpajo, algunos han propuesto al calor de la campafía. Quizá en estos asuntos tan cotidianos como las zonas verdes, el transporte, el paisaje, el agua o la guardería esté, aquí y ahora, justificada la vieja frase ,"o socialismo o barbarie", porque si hemos conocido la barbarie, apostemos por su contrario; aunque tarde algo en llegar, el camino también merece la pena.

Joaquín Leguina es el presidente de la Comunidad y candidato del PSOE a su reelección.

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