Woody Allen juega a Ingmar Bergman
Entre Annie Hall y Manhattan, dos de sus más espléndidas comedias, Woody Allen realizó, en 1978 Interiores. Era una mirada, irónica pero no destructiva, a Ingmar Bergman, uno de sus cineastas favoritos, como Fellini; otra obsesión del director estadounidense, sería el ente inspirador de Recuerdos, feliz reflexión sobre el creador de comedias y filme totalmente incomprendido.Interiores tiene, en efecto, un esqueleto Bergman. Personajes perpetuamente en estado de crisis paseando sus dudas por la playa o sujetos a interminables diálogos sobre la existencia; detrás, paredes austeras impiden tomar aire, a ellos y a nosotros, sufridos oyentes.
La diferencia con Bergman está en la intención con que se contemplan los personajes. Los de Bergman siempre sueltan sus sermones como practicando, con ello, una terapia de grupo. La metafísica de los de Allen no tiene esperanza; son seres pelmazos, ignorantes de su condición, aunque, afortunadamente, Allen es consciente de sus flaquezas y se ríe de ellas, de ellos y de sí mismo.
En cualquier caso, tanto el cine de Bergman como el de Allen están cruzados por un poderoso conocimiento de la condición humana. Allen, concretamente, construye con Interiores un drama psicológico que huele a priori a tomadura de pelo, pero el retrato que hace de los personajes que encarnan Marybeth Hurt, Geraldine Page, Diane Keaton, Kristin Griffith o Maureen Stapleton, por hablar sólo de los femeninos, es vigoroso, humano y encierra no pocas de las constantes de su cine, ésas que bajo el signo de la comedia alcanzan mayor placer aun siendo las mismas.
Interiores se emite hoy, a las 22.20, por TVE 1.
