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Comer con las espaldas cubiertas

Vigilantes privados cuidan de la seguridad en las hamburgueserías

Los vigilantes privados ya no sólo custodian bancos, ministerios, almacenes, oficinas o, más recientemente, colegios. Ahora velan para que ningún indeseable o alboroto perturbe al cliente durante su degustación de jamón en el Museo de Jamón, o de hamburguesas en los establecimientos de McDonalds o Burger King. Estas tres cadenas utilizan los servicios de vigilantes, armados en algunos casos.

El McDonalds de la calle de la Montera, 47, esquina con Gran Vía, dispone de un guarda jurado, provisto de revólver y esposas, a partir de las seis de la tarde. Es el único establecimiento de esta cadena que tiene un vigilante con horario fijo.Los demás centros son visitados por guardas jurados a distintas horas y conforme a las previsiones de afluencia. Alejandro Ciudad Real, jefe de operaciones en Madrid de esta cadena de hamburgueserías, defiende la presencia del vigilante armado: "Tenemos un guarda jurado desde hace varios años debido al incremento de delincuencia marginada. Entraban gitanillos y mendigos y molestaban a los clientes. Y por el tema de la droga. Subían a inyectarse en los servicios; se encerraban en ellos; no abrían y dejaban las paredes manchada de sangre. Si los encargados intentaban desalojarlos, a veces respondían violentamente".

Los atracos no han sido una amenaza para esta hamburguesería. Apenas un par de intentos de atraco, mal ejecutados y peor concluidos. Un atracador, tras saltar sobre el mostrador, cayó sobre el suelo recién fregado, resbaló y se rompió una pierna. La policía no tuvo problemas para recoger al lesionado delincuente En otra ocasión, los propios clientes ahuyentaron a un joven que entró amenazante con un cuchillo. No dan cifras de caja de este local, pero afirman que sus clientes engullen casi un millar de hamburguesas cada día.

Según Ciudad Real, a la clientela no le molestan los vigilantes "Ninguno de los clientes se ha quejado; más bien se extrañan de que no estén más tiempo". Afirma que el guarda jurado jamás ha hecho uso de su revólver o de la violencia para expulsar a "indeseables". Su mera presencia sirve, dice, de disuasión.

En algunos centros de la cadena rival Burger King también se dispone de esta vigilancia, como en el de la calle del Arenal, custodiado los festivos por un guarda con revólver y esposas.

La presencia impone

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Un empleado del local lamenta que los demás días no dispongan de guardas. "Nunca pasa nada cuando están ellos, pero los otros días vienen los quinquis y nos atracan, porque es muy fácil". La jefa del centro afirma que los demás locales "grandes o conflictivos" disponen de igual protección. Su labor es de filtro de clientela: "No deja entrar a gitanos; su presencia impone. Es un vigilante jurado".En el Museo del Jamón, al comienzo de la Carrera de San Jerónimo, hace un mes disponían por las tardes de un vigilante con revólver; ahora cuentan con un guarda de seguridad cuyo único arma es un silbato. "En realidad no hacía falta tanto", dice el responsable, José Perales. El vigilante sabe bien su tarea: "Cuido de que no entren pobres, mendigos, maricones o drogadictos. Les procuro echar por las buenas, sin ningún tipo de violencia". Reconoce que lleva pocos días en este puesto y es prematuro hacer balance.

Uno de los sitios donde concentra su vigilancia es en los servicios, "para evitar que se metan drogadictos o maricones". El cliente que no levanta sospechas puede entrar al servicio sin vigilante. Un año lleva abierto este local y no ha conocido un atraco. Los amantes de la comida rápida tienen las espaldas cubiertas.

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