Manuel Gómez de Pablos
Presidente del Patrimonio Nacional, quiere gestionar el legado artístico con criterios de empresa privada
Manuel Gómez de Pablos, ingeniero de caminos, fue nombrado presidente del Patrimonio Nacional en abril de este año. "Una de mis primeras reflexiones al llegar al cargo fue que el Patrimonio era un gran desconocido", recuerda ahora. Su carácter y la seguridad en sí mismo que se empeña en transmitir se entienden mejor si se tiene en cuenta que es presidente de Iberduero. Entre sus pretensiones está la de gestionar el Patrimonio Nacional con los criterios de eficacia de una empresa privada.
Nacido en San Sebastián hace 64 años, se educó en el Instituto Escuela, que dependía de la Institución Libre de Enseñanza y ponía en práctica los presupuestos educativos avanzados de uno de sus fundadores, Francisco Giner de los Ríos. "Esos años fueron muy importantes en mi vida", apunta Manuel Gómez de Pablos, que los vincula de alguna manera a su cargo actual en el Patrimonio Nacional. Recuerda con afecto las enseñanzas de su profesor de historia, Manuel Terán, con el que efectuaban visitas a El Escorial, Ávila, Toledo y otras ciudades.Acabó la carrera de ingeniero de Caminos en 1950 y empezó a trabajar de contratista de obras. Después de este primer período en la empresa privada, que le llevó a Venezuela, fue nombrado director general de Obras Hidráulicas. "Esto me permitió conocer la profesión desde el prisma estatal". Años depués fue reclamado por Iberduero y, desde 1981, es presidente de la compañía hidroeléctrica.
Está casado y tiene ocho hijos. Exhibe esa apariencia impecable que gastan los triunfadores. Lector perseverante del filósofo José Ortega y Gasset, el presidente del Patrimonio Nacional cree que la estética siempre está por delante de la ética. "Las cosas tienen que ser armónicas; el hombre, siempre que puede, hace las cosas porque le gustan".
Gestor del legado artístico más importante del mundo después del Vaticano, De Pablos precisa, con la ley de 1982 en la memoria, que el Patrimonio está constituido por "todos los bienes que están afectados al uso y servicio del Rey y de la real familia para el desempeño de su alta magistratura". El Palacio Real, el monasterio de El Escorial, los palacios de Aranjuez y La Granja, con todos los objetos que contienen, son algunos de los bienes de ese patrimonio, que tiene previsto un presupuesto, para el próximo ejercicio, de 5.300 millones de pesetas.
La pretensión de Gómez de Pablos es darle a su labor "aquellas características de gestión empresarial que hacen que una empresa funcione bien: armonizar la eficacia y la agilidad de la gestión privada con la garantía de la gestión pública". Se trataría de restar peso al aparato burocrático, informatizar y mejorar la administración, el rendimiento del personal y la utilización de los recursos.
A Gómez de Pablos le resulta seductora la idea de implicar a empresas privadas en la conservación del patrimonio, cosa bastante corriente en otros países, que les, permite obtener grandes beneficios fiscales. De momento, no hay ningún proyecto definitivo.
El presidente del Patrimonio no cree que haya habido un mal uso del legado en épocas pretéritas. Por si quedara alguna duda sobre sus intenciones al frente del Patrimonio, advierte: "No soy un iconoclasta".
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