_
_
_
_

Bob Martínez

El nuevo gobernador de Florida es nieto de españoles

Francisco G. Basterra

Bob Martínez, nieto de emigrantes españoles y americano de tercera generación, se ha convertido en el primer gobernador hispano de Florida y en el único de Estados Unidos al frente de un Estado tras la retirada del gobernador de Nuevo México, Tony Anaya. "Esto demuestra que cualquier americano puede ganar una elección", afirmó jubiloso Martínez, un republicano que antes pertenecía al Partido Demócrata y que ahora ha obtenido el 54% de los votos en las elecciones del pasado 4 de noviembre.

Ahora controlará un presupuesto de 16.000 millones de dólares y uno de los Estados más dinámicos e importantes del país. Martínez, de 51 años, es un conservador pragmático en la línea Reagan-Bush, partidario de la pena de muerte y contrario al aborto y al control de las armas de fuego, que basó su campaña en la promesa de recortes presupuestarios, más ley, orden y crecimiento económico.Sus anuncios en las radios del Estado decían: "Un voto por Martínez es un voto por la moralidad". Martínez, que fue ocho años alcalde de Tampa (la tercera ciudad del Estado), atacó el excesivo "liberalismo" de su oponente, el demócrata Steve Pajcic, y su historia de oposición a la pena de muerte, el mayor rigor para los usuarios de droga, el matrimonio entre homosexuales, la legalización del aborto y las restricciones en la venta de material pornográfico.

Para Martínez, que inició su carrera profesional como profesor y luego fue líder sindical, dueño de un restaurante y alcalde de Tampa, Pajcic era "un defensor de estilos de vida alternativos". No es un político clásico: sonríe muy poco y carece de la elegancia sin la cual parece difícil triunfar en esta democracia electrónica. Su imagen, casi siempre embutido en trajes oscuros, es la de un ejecutivo de empresa serio y un poco triste. Casado con una americana italiana, Mary Jane Marino, su primera novia y la chica que se sentaba en el pupitre de atrás en su colegio, el nuevo gobernador de Florida tiene un carácter reservado en el que sobresale su capacidad de autocontrol.

Martínez es el segundo gobernador republicano en la historia de un Estado que hasta ahora era mayoritariamente demócrata y que está sufriendo una progresiva latinización, procedente de los exiliados cubanos y refugiados de Centroamérica. Martínez recogió el 80% del voto cubano-americano de Florida, en su mayoría muy reaccionario, pero también logró respaldo entre votantes conservadores del Partido Demócrata. Sus adversarios le acusaron de haber nombrado pocos hispanos cuando era alcalde de Tampa y de hablar "raramente y mal" el español, a lo que él responde: "Hay tres cosas de las que me siento orgulloso: primero, ser americano; segundo, ser de Florida, y tercero, de mi herencia española".

El nuevo gobernador abandonó el Partido Demócrata hace tres años, "porque me he vuelto más conservador y no creo, como hace 10 o 15 años, que el Gobierno pueda resolver todos los problerrias".

Martínez tendrá que gobernar con un Gabinete en poder de los demócratas, pero podrá designar 7.000 cargos, incluidos los jueces. Su principal promesa electoral es recortar 800 millones de dólares en gastos "inútiles" del presupuesto. Cuando fue alcalde redujo los impuestos de la propiedad y originó un boom en la construcción. Sus detractores le acusan de estar demasiado comprometido con los intereses inmobiliarios.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_