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Ruinas a precios de saldo

Rocío García

El matrimonio Salas, Xavier y Carmen, llegó por primera vez a Trujillo en la Semana Santa de 1968, invitados por los condes de Romanones a su finca de El Pascualete, a pocos kilómetros de la localidad.Al comprobar el estado ruinoso de La Villa -como se conoce a la parte histórica integrada dentro del recinto amurallado-, Xavier y Carmen Salas adquirieron un obsesivo compromiso: "Hay que salvarlo".

A partir de entonces se convirtieron en pioneros de las compras de los grandes edificios ruinosos, la mayor parte a precios irrisorios en relación a la enorme historia de sus piedras.

Dos años más tarde se constituyó la Asociación de Amigos de Trujillo, presidida por el conde de Romanones y cuya vicepresidencia y secretaría recayeron en Xavier y Carmen Salas, respectivamente.

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Los fines de la asociación, según Carmen Salas -que sigue como secretaria-, son, entre otros, "poner en su justo valor los monumentos y, la historia de Trujillo y comenzar una serie de compras de los edificios para su posterior restauración". Se inició así la compra de los palacetes y edificios, con créditos de la Caja de Ahorros, para luego revenderlos.

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