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CERCO AL 'APARTHEID'

Thatcher renuncia a impedir que la Comunidad Europea adopte sanciones contra Suráfrica

CARLOS MENDO La primera ministra británica, Margaret Thatcher, anunció ayer que el Reino Unido no se opondría a la adopción de sanciones contra Suráfrica por la Comunidad Europea (CE), a la vez que ofreció tomar dos medidas insignificantes contra el régimen de Pretoria, en un intento de evitar una crisis de la Commonwealth. El comunicado final de la minicumbre de siete países de la Commonwealth, hecho público esta madrugada, recoge las concesiones británicas, así como la decisión de los otros seis países representados en la reunión de aplicar las sanciones que consideren oportunas.

Después de poner de manifiesto el "aborrecimiento" que produce al Reino Unido el. sistema de apartheid, Thatcher, según una fuente cercana a la líder conservadora, manifestó que "el Reino Unido no sería obstáculo para la adopción por parte de la CE de las medidas propuestas en la cumbre de La Haya, si estas medidas se mantienen cuando la CE se reúna de nuevo a finales de septiembre u octubre".Thatcher volvió a repetir su conocida tesis de que la imposición de "medidas económicas produciría el efecto contrario al deseado", y se escudó en los compromisos que Londres tiene contraídos con la CE para no ir más allá en su posición. La primera ministra, manifestó su colaborador, recordó a los participantes en la reunión que "la Commonwealth no supone un tratado con cláusulas obligatorias como el que une a los países de la Comunidad Europea".

Con relación a una propuesta hecha por el presidente de Zambia, Kenneth Kaunda, sobre la posibilidad de establecer una comisión tripartita formada por los primeros ministros de Australia, .Robert Hawke; Canadá, Brian Mulroney, y la India, Rajiv Gandhi, para coordinar un régimen de sanciones de la Commonwealth con los países de la Comunidad Europea, Estados Unidos y Japón, la fuente cercana a Thatcher manifestó, que la idea lanzada por Kaunda, duran te una conferencia ante la Asociación de Escritoires de la Commonwealth, no había sido puesta sobre el tapete. Igualmente, negó los rumores sobre una posible entrevista en Lisboa entre Thatcher y el presidente surafricano

Pieter W. Botha, después de la reunión, a mediados de agosto, del congreso del Partido Nacional en Durban.

La minicumbre fue interrumpida a las siete de la tarde, pero ante las dificultades para conciliar las dos posiciones encontradas, los líderes de los siete países participantes se volvieron a reunir tres horas más tarde para elaborar el comunicado final que se dio a conocer esta madrugada En el mismo se dejaba en libertad a Londres para poner en práctica su plan de adopción de medidas limitadas, mientras que los otros seis asistentes anunciaban un plan de sanciones inmediato mucho más duro.

La distancia que separa las posiciones de Thatcher de las del resto de los participantes en la reunión ya había quedado de manifiesto durante un briefing del secretariado de: la Commonwealth celebrado tras la sesión de: la maffiana. En él, una portavoz del secretariado manifestó que la reunión había sido "más viva" que la del domingo. La por tavoz añadió que "los seis", e decir, todos menos Thatcher, "se daban cuenta perfectamente de que estaba en juego no sólo una cuestión de unidad sino de credibilidad" de la organización.

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Los seis, en opinión de la portavoz, creen que "la Commonwealth tiene que actuar de acuerdo con otros grupos en el mundo", pero que esa actuación al unísono no debería poner en peligro su credibilidad. La organización, que ha mantenido una actitud de vanguardia con relación a Suráfrica en los últimos 25 años, pretende seguir manteniendo sus presiones sobre este país.

Aunque nada se ha sabido oficialmente sobre la cena informal ofrecida por la reina, en su calidad de cabeza de la Commonwealth, a los siete líderes en Buckingham. Palace el domingo por la noche, todo parece indicar que la moderación fue la nota dorninante en las conversaciones, a lo que contribuyó la ausencia de discursos. Hay un deseo claro de evitar un choque frontal que provoque una crisis de fondo en la organización y el abandono por parte de alguno de sus miem.bros. Las declaraciones conciliadoras de Hawke y Mulroney, en el sentido de que todos reconocen que "sería mejor" una acción concertada de Europa, EE UU y Japón, así lo prueban. Sin embargo, en cualquier, momento, la baraja podría haberz, saltado durante la jornada de ayer por los aires si Kaunda o el primer ministro de Zimbabue, Robert Mugabe, hubieran llegado al convencinúento de que lo único de que trataba Thatcher era de ganar tiempo. El acuerdo en no estar de acuerdo parece haber alejado el peligro de que se produjera una ruptura irreparable en la comunidad de naciones.

Una concentración permanente de personas enemigas del sistema de apartheid seguía anoche apostada ante Malborough House, sede de la Commonwealth y de la conferencia, con pancartas alusivas al régimen represivo surafricano.

[Duncan Buchanan, deán de la catedral de St. Mary, fue elegido ayer obispo anglicano de Johanesburgo, en sustitución de Desmond Tutu.]

Las concesiones de Londres

C. M. Las sanciones económicas contra Pretoria consideradas por la Comunidad Europea (CE) comprenden una prohibición voluntaria de realizar nuevas inversiones en Suráfrica, medida que, desde ayer, está dispuesta a suscribir Margaret Thatcher; la prohibición de importar hierro, carbón y acero, y la prohibición de importar kruggerrands [unidad monetaria de oro surafricanal, ya puesta en vigor por el Reino Unido desde la cumbre de la Corrimonwealth en Nassau. Londres estaría igualmente dispuesta, a partir de este momento, a prohibir la promoción del turismo hacia Suráfrica, punto octavo de las posibles medidas propuestas en Nassau, aunque, en palabras de un colaborador de la primera ministra, Londres no tiene posibilidad legal de poner en vigor dicha prohibición.

Lo que la oficina de la primera ministra llevaba una semana llamando "ánimo negociador" de su jefa, se reduce a dos medidas mínimas, la prohibición de nuevas inversiones y la suspension de capañas de promación de turismo, que el propio Gobierno reconoce la imposibilidad de ponerlas en práctica, ante la ausencia de legislación necesaria. Por tanto, el Gobierno se tendrá que limitar, si se aprueban, a "recomendarlas". En cuanto a la prohibición de importar carbón, hierro y acero, no contaría, según la, fuente informante,, con "el entusiasmo del Reino Unido".

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