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Editorial:ELECCIONES: LOS PROGRAMAS
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Cambio de escenario en Coalición Popular

LA DERECHA española ha venido descargando sobre los hombros de Manuel Fraga la responsabilidad de construir una alternativa adaptada a las circunstancias. Tras amagar, a lo largo de una década, en diversas direcciones, Fraga parece haber elegido la etiqueta del liberalismo conservador como fórmula destinada a extender más allá del límite de los ya convencidos el propio espacio electoral. La presencia de Fraga garantiza el apoyo del flanco derechista emocional -e impide la consolidación de una fuerza tan radical como la que representa Jean-Marie Le Pen en Francia-, pero es demasiado duro para clases medias, genéricamente identificadas con el centro-derecha. Estos últimos sectores están a la espera de un líder diferente. Pero el líder no aparece, y la renovación del programa de Coalición Popular es una manera de cambiar el atrezzo para ofrecer, con el mismo actor, la sensación de un nuevo personaje.El programa, en definitiva, se inspira en la ideología democristiana o liberal al uso, pero queda impregnado de la propiá personalidad del dirigente de la coalición. Así, las propuestas agrupadas bajo el epígrafe Contra el deterioro de las libertades han pasado a ocupar el papel estelar que en el pasado se atribuía a los problemas relacionad.ps con la seguridad en sus diversas manifestaciones. Y otras orientadas a posibilitar una mayor transparencia en los comportamientos del poder, a limitar las facultades sancionadoras del Estado, a garantizar el secreto de las comunicaciones -en particular las telefónicas- indican una creciente sensibilidad, resultado de la experiencia que para la derecha supone su permanencia en la oposición a un Gobierno socialista, hacia cuestiones que antes consideraba irrelevantes. Fruto de esa experiencia son también las propuestas relacionadas con los medios de comunicación, y que incluyen la derogación de la ley de Prensa de 1966 (más conocida como ley Fraga), la privatización del segundo canal de TVE y la renuncia del Estado a su participación en cadenas de radio, así como la regulación de la cláusula de conciencia y secreto profesional de los periodistas.

La coalición derechista ha renunciado en su programa a sus viejos proyectos de reforma constitucional, y no pone en cuestión la eliminación de la pena de muerte ni se replantea la estructuración autonómica del Estado. Altamente significativa resulta también la renuncia a cuestionar explícitamente la vigente legislación sobre el aborto. En materia de política económica, el programa conservador acentúa su compon.ente liberal con sugerencias como la de reducir la presión fiscal, privatizar empresas públicas, reducción del gasto público y otras más o menos inspiradas en las recetas reaganianas.

El compromiso de ilegalizar inmediatamente a Herri Batasuna y el énfasis puesto en las medidas policiales, sin apenas mención a los demás componentes de una estrategia antiterrorista, constituyen los rasgos principales del programa de CP en dicho terreno. En política militar destaca la plena integración en la estructura militar de la OTAN, postulado que contrasta, por argumeritos de coherencia que hayan querido prestársele, con su petición de abstención en el pasado referéndum.

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En su conjunto, el programa es coherente con esa concepción liberal-conservadora que se trata de acreditar, pero rnenos con otros aspectos de la política de CP manifestados en la campaña. Así, la concepción de Estado fuerte que preside el discurso ideológico de Fraga se compadece mal con sus críticas al hegemonismo socialista y con la prioridad otorgada al objetivo de evitar que se gobierne desde la arrogancia de la mayoría absoluta. Pero sobre todo la insistencia en consolidar un frente antisocialista que comprendería a los partidos que se reclaman del centrismo político o del nacionalismo periférico revela una profunda incomprensión de la situación española actual. Si esos partidos recogen todavía dos o tres millones de votos es porque hay ciudadanos de derechas que nunca votarán a una opción conservadora encabezada por Manuel Fraga. Y esto es así porque, programas aparte, es muy improbable que una innovadora y dinánica solución a los problemas se espere de un liderazgo altamente asociado a tiempos de reiteración y parálisis.

La grandeza de Fraga es haberse mantenido en pie durante tanto tiempo sin apenas muestras de fatiga. Su miseria es la desproporción entre su implacable vigor personal y el explicable cansancio político que suscita al electorado. Vale la pena hacer notar la nitidez con que en este caso se advierte que el peso más débil en las campañas electorales corresponde al contenido de los programas. Puede decirse que, exceptuando a los propios contendientes, pocos más conocen el texto de las ofertas.

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