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RELEVO EN KABUL

El máximo dirigente del régimen de Kabul había perdido el favor de Gorbachov

Pilar Bonet

La dimisión de Babrak Karmal, de 57 años, como secretario general del Partido Popular Democrático (PPD) de Afganistán es, independientemente del estado de salud del dirigente, un indicio de que éste no era el hombre de confianza que Moscú necesita para una consolidación de un régimen en el país vecino que le permitiera sacar de ahí a sus soldados. Ésta es la impresión entre observadores occidentales en la capital soviética, después de que Tass informara del cese de Karmal, "a petición propia" y "por motivos de salud", en un pleno del partido celebrado ayer mismo.

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El despacho de Tass, que se remitía a la agencia afgana Bajtar, indicaba que el pleno le expresó a Karmal su "agradecimiento" por los "muchos años de trabajo" como secretario general y por su "contribución a la causa de la revolución de abril". Karmal continuará siendo presidente del Consejo Revolucionario, pero el puesto tiene un carácter inferior al que desempeñaba hasta ahora, que pasa a ser ocupado por el jefe de la seguridad, Najibullah, de 39 años.Karmal, que fue sostenido en el poder por Moscú en 1979, en contra de la otra fracción de los comunistas afganos, había sido recibido con elogios por Leonid Breznev en 1981. durante el 26º Congreso del PCUS. Cinco años más tarde, Gorbachov le hizo un desplante no recibiéndole personalmente, pese al discurso lleno de elogios que Karmal dedicó entonces a la URSS desde la tribuna de oradores. El líder soviético, por su parte, manifestó desde el foro del Congreso que Afganistán es una "herida sangrante". El cese de Karmal podría haberse gestado en Moscú durante los últimos tiempos, en opinión de observadores políticos en la capital soviética. El 30 de marzo Karmal abandonó Afganistán para una corta estancia no oficial en la Unión Soviética, de donde regresó a su país el jueves de la semana pasada. Durante el período de estancia de Kamal en la URSS pasó por Moscú el primer ministro afgano, Alí Keshtmand, y la Prensa soviética dio una cobertura de excepción a la visita. Por Moscú pasó también el ministro de Asuntos Exteriores, Shah Mohammad Dost, quien pasó cuatro días en la capital soviética antes de volar hacia Ginebra para participar en las conversaciones indirectas con Pakistán, bajo los auspicios de las Naciones Unidas.

Con ocasión del octavo aniversario de la revolución de abril de 1978, el periódico Pravda había publicado un artículo criticando a los dirigentes afganos por no haber sabido ampliar su base popular. La resistencia en Afganistán sigue siendo designada en la URSS con el apelativo de dushmanos (bandidos) o "bandas contrarrevolucionarias", pero a éstos se les trata con algo más de ductilidad que en el pasado.

Un documental del Ejército soviético proyectado recientemente por la televisión concluía diciendo que "en muchas ocasiones se les ha obligado a coger las armas" (...), "pero la vida les ha enseñado quién es su verdadero amigo". El documental, que mostraba escenas de confraternización entre los soldados soviéticos y la población civil, entrevistaba a jóvenes soldados que decían que su estancia allí era "difícil", pero aseguraban también haberse acostumbrado. El peligro existente no era minimizado en la pantalla, y con ello se ponía de manifiesto la magnitud deíla resistencia. El conductor soviético de un camión militar explicaba que las estrellas que decoraban la puerta de su vehículo (una larga fila) estaban allí para conmemorar las veces que había pasado por un estratégico túnel y salido con vida del trance.

"La velocidad en las carreteras afganas a menudo es el aliado más seguro del conductor. Cuanto más rápido, tanto más seguramente te defiendes del ataque directo de los grupos de bandidos o de las balas", era una frase de un soldado soviético en Afganistán, recogida recientemente por el periódico La Industria Socialista.

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Ni Babrak Karmal ni los representantes soviéticos estuvieron en Kabul durante las festividades conmemorativas del 27 de abril. Karmal, sin embargo, aparecía en el documental del Ejército soviético (emitido a mediados de abril pasado) mientras entregaba diplomas a los soldados. Izvestia le había ahorrado el pasado otoño el apelativo de títere con el cual le había designado el presidente Ronald Reagan en la entrevista que concediera a la Prensa soviética.

La presencia militar de la URSS en Afganistán es recogida en clave heroica por la Prensa, pero en privado los ciudadanos de la URSS expresan disgusto y preocupación por ello. La moral del Ejército puede no ser tan alta como se indica oficialmente, y fuentes soviéticas señalaron que hay varios procesos en marcha por corrupción contra altos cargos soviéticos que estuvieron cumpliendo misiones en Afganistán. Este extremo no ha podido ser confirmado. Los afgantsi, o soldados que luchan en Afganistán, tienen sueldos superiores y también mejores oportunidades de ascenso, para lo cual ven reducidos los plazos de espera. Afganistán constituye para el Ejército de la URSS un campo de entrenamiento excelente y, en opinión de medios soviéticos, está proporcionando una nueva generación de oficiales jóvenes que sí tienen experiencia en el combate.

El Ejército, afirmaban estos medios, no estaría en contra de emprender una acción ofensiva de carácter aleccionador contra Pakistán y no tiene inconveniente en proseguir la lucha el tiempo que haga falta.

Gorbachov parece pensar de otro modo y ha expresado su deseo de retirar las tropas soviéticas de Afganistán. A la vuelta a Moscú, después de la cumbre de Ginebra, Gorbachov acusó a Estados Unidos de impedir la normalización en Afganistán y de apoyar de forma financiera y con armamento a las bandas contrarrevolucionarias.

La retirada de las tropas soviétiticas pasa, según Moscú, por la conversión de Aiganistán en un país no alineado, con garantías de que otros países no intervengan, según manifestó Gorbachov ante el Soviet Supremo de la URSS, dejando de referirse a las tropas soviéticas en Afganistán con el tradicional apelativo de "contingente limitado". EE UU lleva "una guerra no declarada contra Afganistán", ha dicho Gorbachov. Y de rebote, según esta tesis, contra la URSS.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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