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Jaime Ollé Goig

Un médico de la Generalitat de Cataluña acude en ayuda de Haití

El doctor Jaime Ollé ha descorchado durante estas últimas semanas muchas botellas de champaña para celebrar la caída del régimen del dictador Jean Claude Duvalier, a quien conoció en 1982 en una fiesta del Club Atlético Femenino de Port au Prince. Su despacho lo preside la portada enmarcada del diario The New York Post del 7 de febrero de 1986, que anuncia en grandes titulares la huida hacia el exilio del dictador caribeño.

Pocos días después, Jaime Ollé, especialista en enfermedades infecciosas y actual jefe de la sección de vigilancia epidemiológica del Departamento de Sanidad de la Generalitat de Cataluña, recibía un telegrama del hospital Albert Schweitzer, de Haití, requiriendo su presencia para poder hacer frente a las urgentes necesidades de personal del centro, que se han agravado tras el cambio de situación en el país y la partida de algunos médicos norteamericanos. Acumulando los días de vacaciones que le corresponden este año y pidiendo un permiso especial a la Generalitat, que le fue concedido, el doctor Ollé partió hace pocos días hacia Haití y debe de encontrarse ya en el pequeño hospital fundado por el potentado norteamericano del acero Larry Mellon, un médico multimillonario que, llevado por su admiración hacia el famoso doctor francés Albert Schweitzer y por su amor hacia Haití, donde vive y quiere ser enterrado, constituyó una fundación privada con el fin de ayudar a la población haitiana en su lucha contra la tuberculosis."La sanidad pública es prácticamente inexistente en Haití", explica Jaime Ollé; "hay un médico por cada 6.000 habitantes pero la mayoría se concentran en la capital. Sólo los hospitales privados realizan campañas de prevención y tratamiento de enfermedades como la malaria y la tuberculosis, que, debido a las condiciones de miseria y falta total de higiene en que viven la mayoría de los habitantes de las zonas rurales del país, se extienden rápidamente en estas áreas".

Jaime Ollé, que tiene 43 años, se licenció en la facultad de Medicina de Barcelona en 1968 y completó su especialidad en Estados Unidos, país en el que vivió durante 11 años, siete de los cuales los pasó en Nueva York. "Un día me harté del estrés de aquella ciudad y me marché a Haití, país que había visitado en varias ocasiones y en el que me apetecía trabajar. Me ofrecieron un contrato de trabajo en el Albert Schweitzer, y durante el año que pasé allí me enamoré del país, de sus gentes y de su cultura primitiva".

El hospital, que vive de las donaciones que le llegan de todo el mundo, está situado en medio de la jungla, en el valle de Artibonite, y la mayoría de sus pacientes son campesinos de la zona que deben recorrer a pie muchos kilómetros antes de que alguno de los médicos haitianos o norteamericanos del centro pueda atenderles. "Muchos de nuestros pacientes son niños de corta edad con graves indicios de malnutrición, junto con enfermos de malaria, tuberculosis y enfermedades tropicales. Las campañas de vacunación, que para nosotros suponen días y días de marcha a pie", agrega, "recorriendo pueblos y aldeas, son a veces difíciles de llevar a cabo debido a la poca información que tiene la gente -el 80% son analfabetos- y al miedo provocado por creencias religiosas relacionadas con el vudú".

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