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Un tratamiento paradójico con ciclosporina

El fundamento de posible beneficio para pacientes afectados de SIDA del uso de la ciclosporina, una droga inmunosupresora que se utiliza en los trasplantes, se basa en que en el SIDA existe una alteración inmunológica básica que consiste en una disminución de los linfocitos T4. Los linfocitos T4 o auxiliadores son un tipo de glóbulos blancos que intervienen en el proceso de regulación de la respuesta inmunológica del organismo contra infecciones, tanto víricas como bacterianas.

Los virus causantes del SIDA tienen una especial apetencia por los linfocitos T4, que son precisamente los que entre otras acciones facilitan la producción de anticuerpos del organismo contra dichos virus, destruyéndolos progresivamente por complejos mecanismos. Al disminuir los linfocitos T4 (defensivos), algunos gérmenes llamados oportunistas, que normalmente no atacan al organismo, producen graves infecciones de difícil control.

Parece en principio contradictorio el que un agente inmunodepresor (es decir, que disminuye la respuesta inmunitaria) ayude a pacientes con un proceso de inmunodeficiencia como es el caso de los enfermos con SIDA. En efecto, la ciclosporina inhibe la función de los linfocitos T4, es decir, paraliza en cierto modo la actividad de éstos. ¿Acaso la no activación de los linfocitos T4 podría evitar la infección de la célula y aumentar el número de éstos? ¿Pero por cuál mecanismo? ¿O son otros mecanismos no bien conocidos los que producirían la mejoría de los pacientes tratados con ciclosporina?

A este respeto conviene recordar que pacientes afectos de SIDA tratados con hormona tímica han fallecido a pesar a de haber experimentado un aumento de los linfocitos T4 inducido por dicha hormona.

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