_
_
_
_

Aburrimiento y buenas maneras en el debate sobre política general

El aburrimiento y los intentos de ambas partes por mantener el clima de entendimiento y consenso instaurado en su encuentro del pasado día 3 presidieron ayer la sesión inaugural del debate parlamentario sobre el estado de la nación, monopolizado en esta primera jornada por el presidente del Gobierno, Felipe González, y el líder de la oposición conservadora, Manuel Fraga. Ambos utilizaron un tono sensiblemente más moderado que en versiones anteriores de este debate, y que en su edición actual constituye el último de la presente legislatura.

González se mostró triunfalista al pasar revista a sus tres años al frente del Gobierno, hasta el punto de que diputados de grupos de la oposición llegaron a afirmar que el presidente del Gobierno había "inaugurado formalmente la precampaña para las elecciones generales". Fraga corroboró esta impresión, al señalar que "hay que preparar el siguiente debate sobre el estado de la nación, sea quien sea el que gane las elecciones". El líder conservador admitió, contra lo que viene siendo su costumbre, que en la labor del Gobierno "hay muchas cosas aceptables, pero vamos sin un rumbo claro", y ofreció al Ejecutivo "todo el apoyo de la oposición" en materia de seguridad y defensa, en lo que, pese a lo poco explícito de la oferta, muchos observadores entendieron como una promesa de ayuda en la campaña del referéndum sobre la OTAN.Las referencias por ambas partes a la Alianza Atlántica fueron escasas y de pasada, aunque González se refirió a su voluntad de mantener a España en los esquemas de la defensa occidental, consecuencia del ingreso en la CEE, valorado por el presidente del Gobierno como el principal logro de sus 1.000 días de mandato.

El aburrimiento en el interior de la Cámara quedó, no obstante, parcialmente paliado con lo que ocurría en el exterior: grupos antiatlantistas lograron entregar un escrito de protesta en el recinto de la Cámara, una vez finalizada la sesión. Al mismo tiempo, una mujer, de unos 40 años y que dijo llamarse María Fernanda Blázquez, logró burlar la vigilancia exterior de Congreso y, abalanzándose sobre el presidente del Gobierno, a quien agarró de la chaqueta, le dijo que no le soltaría hasta que no le contara el problema de la central de Trillo (Guadalajara). Felipe González logró finalmente zafarse y la mujer fue detenida por la escolta presidencial.

Páginas 13 y 14

Editorial en la página 10

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_