_
_
_
_
_

El juez decreta el ingreso en prisión del policía nacional que mató a un joven el pasado sábado en el pueblo de Vallecas

J. V., José María Vázquez Honrubia, titular del Juzgado de Instrucción número 21 de Madrid, decretó ayer la prisión incondicional del policía nacional Francisco Mansilla Cubero, de 30 años, que el pasado sábado mató de un disparo a Miguel Colorado Rodríguez, de 19 años, en las cercanías de un pub del pueblo de Vallecas. Una asamblea de 200 personas reunidas anoche en la parroquia de San Carlos Borromeo, de Entrevías, decidió ejercer la acción popular ante la justicia en este caso y convocar para fechas próximas dos manifestaciones de protesta por el suceso en Vallecas y ante el Ministerio de Justicia.

El juez, que en la mañana de ayer tomó declaración al agente durante más de una hora, estima que en su conducta existen indicios racionales de la posible comisión de un delito de homicidio porque estaba fuera de servicio, disparó tres veces contra gente desarmada y alcanzó al fallecido por detrás.Vázquez Honrubia manifestó que este caso ha vuelto a evidenciar la inconveniencia, "salvo casos excepcionales", de que los policías lleven armas cuando están fuera de servicio, "porque pueden tener la tentación de usarlas en altercados menores que podrían saldarse con mucho menos daño a las personas".

El policía nacional encarcelado tiene 30 años, está casado, tiene dos hijos y estaba adscrito a la comisaría de Entrevías, aunque en el momento de la muerte del joven se encontraba fuera de servicio. Acudió a declarar al despacho del juez con un ojo vendado, porque en el incidente resultó herido por un cristal roto. Un portavoz de la Jefatura Superior de Policía de Madrid matizó ayer que "en todo momento este departamento ha señalado que la versión del suceso facilitada por el agente era tan sólo suya, sin que la Jefatura la adoptara como propia. Prueba de ello", prosiguió, "es que fue puesto de inmediato a disposición del juez de guardia".

Entre las nueve y las doce de la noche de ayer se celebró en la citada parroquia una asamblea en la que estuvieron presentes la madre y jóvenes amigos del fallecido, varios abogados, representantes de asociaciones ciudadanas de la periferia de Madrid y los sacerdotes Enrique de Castro y Jose María Llanos, entre otros. En todas las intervenciones se calificó de asesinato la muerte de Miguel Colorado, y Enrique de Castro señaló que este suceso no es un hecho aislado, "una desgracia provocada por un mal policía, sino que debe situarse en la corrupción generalizada de la policía española, que sigue practicando impunemente detenciones ilegales y malos tratos".

Los reunidos aprobaron ejercer la acción popular en este caso y a tal efecto citaron a los que quieran sumarse a la iniciativa a las seis de la tarde del próximo jueves en la parroquia de Entrevías. Asimismo acordaron celebrar una manifestación el próximo viernes, a las siete de la tarde, en el Bulevar de Vallecas. Otra manifestación fue convocada para el martes de la próxima semana, a las ocho de la tarde, ante el Ministerio de Justicia, en la calle San Bernardo.

Horas antes de la asamblea, Carmen Rodríguez, madre del joven muerto, había exclamado al conocer la versión del presunto homicida, según la cual éste se limitó a repeler una agresión: "¿Cómo puede ese hombre hablar de legítima defensa cuando a mi hijo le entró la bala por la espalda?".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Dibujo y música

La madre de Miguel Colorado es una mujer joven, recia, de pelo rubio pajizo y nariz, boca y ojos anchos. En julio de 1984 perdió en un accidente laboral en una factoría de Pegaso a su marido, un soldador de 38 años, y se quedó al frente de los seis hijos del matrimonio. Unos 14 meses después ha sufrido la pérdida del primogénito, Miguel, también en circunstancias dramáticas. Del hijo muerto afirma: "Era un pedazo de pan, del que la policía no ha podido decir nada malo, porque nunca robó ni un lápiz".

Miguel Colorado tenía tan sólo estudios primarios. Desde los 16 hasta los 18 años trabajó en una tienda de comestibles de su barrio, pero fue despedido porque al cumplir la mayoría de edad "el jefe tenía que pagarle más". En la actualidad estaba a la espera de entrar a trabajar en un taller de bolsos de cuero y piel, una colocación que le había buscado Enrique de Castro.

Al joven fallecido le gustaba dibujar, y sus familiares enseñaron ayer algunos de sus trabajos de autodidacta. En uno de ellos se puede ver a una bailarina de ballet sentada; en otro, a una guerrera en pie.

La música era la segunda de sus aficiones personales. En el cuarto que compartía con su hermano Paco en el domicilio familiar de la calle de Rafael Fernández Hijicos, en el linde de Vallecas con Moratalaz, hay un buen surtido de cintas de rock duro. También hay flautas de madera y una modesta guitarra eléctrica, prestada por un amigo. Ultimamente Miguel estaba aprendiendo a tocar ese instrumento en unas clases gratuitas que se imparten en el barrio.

El lecho de Miguel Colorado estaba ayer sin hacer; nadie lo ha tocado desde su muerte. Miguel nunca lo volverá a usar; ahora duerme el sueño eterno en la misma sepultura que su padre, un enterramiento en el cementerio de Coslada que regaló a la familia la empresa en la que trabajaba tras el accidente laboral del verano de 1984.

Sobre una repisa del que fue dormitorio del joven hay un muñeco de plástico de un extraterrestre con un cartelito escrito a mano que dice: "No nos libres, señor, de los Libra. Líbranos, en todo caso, de los libres que pretenden coartar la libertad". Miguel era del signo zodiacal Géminis, y el significado de ese mensaje ha quedado como uno de los misterios que se llevó a la tumba.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_