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Relaciones comerciales entre EE UU y Japón

THE NEW YORK TIMES( ... ) La fase final. de la solución es que Estados Unidos y Japón comprendan y convengan en que ambos tienen una función especial de liderazgo mutuo que desempeñar en el mundo, función que se ampliará e intensificará en el siglo entrante, y que no pueden desempeñar con éxito esta función fundamental si no trabajan juntos a todos los niveles.El hecho incontestable es que Estados Unidos y Japón comparten una diversidad económica y una capacidad tecnológica que ningún país o grupo de países puede desafiar. Si las tendencias actuales siguen así, esta diferencia será todavía más pronunciada en el futuro. Ambas partes deben estar preparadas para abordar efectiva y sabiamente esta naciente realidad económica y política.

Un paso en esta dirección puede ser el establecimiento de una nueva forma de moneda de intercambio entre los dos países que reduzca o elimine la disparidad entre el yen y el dólar. En este acuerdo monetario se podría incluir a Canadá -el mayor socio comercial de Es tados Unidos y con quien tiene su segundo mayor déficit- y crear su propia versión de la unidad de cuenta europea del Mercado Común.. Otro paso, a dar solamente por los japoneses, cuyo éxito les ha Convertido en la OPEP comercial, puede ser reciclar una parte importante de sus beneficios comerciales en un programa constructivo y amplio de inversión en el exterior. Tennessee se ha beneficiado mucho de esa inversión, y Japón podría ganarse muchos más amigos en el mundo con un amplio programa de inversiones.

Gran parte del Tercer Mundo, por ejemplo, se sigue tambaleando a causa de las consecuencias de la avaricia de la otra OPEP. Japón podría aportar una contribución importante, digna de su categoría en el primer puesto del poder económico global, para aliviar la miseria del Tercer Mundo y para construir una economía mundial más próspera y productiva.

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Cualesquiera sean los pasos concretos que se necesiten para cimentar esta nueva y especial relación entre los dos países, deben tomarse con un espíritu de respeto mutuo y con la menor mezquindad posible. Los políticos estadounidenses deben comprender que su política no puede basarse en dejar estacionados los Toyota japoneses en sus muelles, porque a los estadounidenses les gustan los Toyota y quieren comprarlos.

Los políticos japoneses deben comprender que las concesiones de pacotilla, a las que se llega sólo tras negociaciones de lo más tortuoso, exasperarán la paciencia de un Congreso frustrado y pueden desembocar en un proteccionismo de lo más virulento.

En definitiva, no se saca ningún provecho económico ni político de seguir con esta guerra, que en última instancia perderían ambas partes. Ha llegado la hora de hacer la paz entre amigos y trabajar por un progreso y prosperidad que todos los países pueden compartir.

, 22 de agosto

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