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La larga historia de 'el Grillo'

Cuando Joaquín Gambín Hernández, alias el Grillo, fue detenido en Valencia a finales de 1981, aún no había sido condenado por su participación en el atentado contra la sala de fiestas Scala, de Barcelona. No obstante, había sido condenado por 18 delitos de robo, seis de evasión, dos de atentado, tres de quebrantamiento de condena y tres de hurto, falsedad, simulación de delito y uso público de nombre su puesto.La de Gambín es una historia repleta de hechos delictivos, por una parte, y extremadamente os cura en cuanto a su condición de confidente y su participación en el caso Scala. Pese a que la CNT le culpó siempre de ser el inductor del atentado, la Audiencia de Barcelona, que le condenó por su participación en el mismo, no consideró probada tal circunstancia.

En la cárcel de Murcia, la misma en la que ahora cumple condena, fue puesto en libertad Joaquín Gambín en febrero de 1980, pese a que pesaba contra él orden de busca y captura por el caso Scala. Durante ese año se dejó ver repetidamente por la capital murciana y residía con su familia en el pueblecito huertano de Ricón de Seca, sin que fuese detenido (véase EL PAIS de 2 de diciembre de 1980).

Las apariciones y desapariciones de Gambín, que se afilió a la CNT en Murcia, han estado vinculadas además a historias tan rocambolescas como la de su supuesta muerte. El 5 de marzo de 1979 falleció su tío Joaquín Gambín Martínez, que se ganaba la vida conduciendo un camión, víctima de un extraño accidente ocurrido en Quintanar de la Orden (Toledo), a 40 metros de la carretera general que une Madrid con Cartagena.

El accidente fue especialmente sospechoso porque el cuerpo del fallecido fue hallado por la Guardia. Civil aplastado contra el chasis del vehículo por el volquete al realizar el movimiento de volver a su posición de reposo.

Gambín utilizó la muerte de su tío para hacer creer a los militantes de la CNT de Barcelona que había fallecido. Dada la coincidencia de nombres, salvo en el segundo apellido, el supuesto confidente infiltrado en el sindicato anarquista insertó esquelas en la prensa barcelonesa con su nombre completo en lugar del de su tío.

Los hijos de éste esperaban (véase EL PAIS de 21 de noviembre: de 1983) que el juicio contra Gambín contribuyese a esclarecer las circunstancias de la muerte de su padre. No fue así y ha quedado tan en tinieblas como la presunta pertenencia de Gambín a servicios secretos o la naturaleza de sus contactos con la policía de los que ayer volvió a hacerse eco en la Audiencia de Valencia.

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