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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Los 'verdes', como fenómeno europeo

EN LAS recientes elecciones italianas, aparte de las modificaciones en la correlación de fuerzas entre los principales partidos, ha causado sorpresa el relativo éxito obtenido por las listas verdes; es un hecho sin precedente en la política italiana y que merece reflexión, sobre todo si se le relaciona con otros fenómenos que se desarrollan en varios países de Europa. En cifras globales, los votos obtenidos por las listas verdes italianas representan un porcentaje modesto, el 1,7 %; pero tomando solamente los lugares en que se presentaron dichas listas, su porcentaje medio sube al 2,6%; lo importante es que en diversas grandes ciudades,- como Génova, Florencia, Como, sus resultados son bastante superiores; como consecuencia de ello, los verdes tienen un número no elevado de consejeros regionales y municipales; y en varios casos, éstos podrán decidir la mayoría para constituir las juntas ejecutivas.Este fenómeno aparece en Italia en un marco político completamente distinto del de la República Federal de Alemania, donde la ausencia de una fuerza seria situada a la izquierda del Partido Socialdemócrata facilitaba el surgimiento de un partido basado en objetivos pacifistas, feministas y ecologistas. En cambio en Italia existe un partido comunista que representa al 30% del electorado; e incluso otro partido más radical, Democracia Proletaria. Sin embargo, también en Italia el fenómeno de los verdes ha surgido. Con una característica fundamental, que se repite en toda Europa: los verdes representan un voto principalmente joven, en muchos casos el de los jóvenes que votan por primera vez. Otros rasgos del caso italiano merecen ser tenidos en cuenta: no existe, como en la RFA un partido verde; las listas se presentaban en las diversas ciudades o provincias de modo autónomo. Tampoco se ha creado un partido en la asamblea de las diversas listas celebrada en Florencia después de las elecciones. Por otra parte, dentro de la heterogeneidad de las listas verdes, han obtenido mejores resultados las más puras, las que no quisieron colaborar con figuras políticas consagradas y se concentraron sobre los problemas del ambiente fuertemente sentidos por los ciudadanos. Conviene recordar que en las elecciones europeas de hace un año los verdes se pre sentaron,con listas propias en varios países y obtuvieron 11 diputados en el Parlamento de Estrasburgo; además de los alemanes, en Bélgica alcanzaron el 8,2% , o sea más del doble que en ocasiones anteriores; en Francia, cerca del 4%; en Holanda, una "alianza verde", integrada por varios partidos, obtuvo el 5%. Entonces no había verdes italianos; hoy sí existen. En la raíz de este fenómeno está a todas luces una crisis de los partidos tradicionales de la izquierda. Los verdes, incluso allí donde su peso político es ínfimo, han ayudado considerablemente a plantear algunos de los problemas fundamentales de las sociedades contemporáneas, como la defensa del medio ambiente, la amenaza nuclear, la transformación de modelos culturales y formas de vida tradicionales. Quizá su rasgo de mayor alcance histórico es que tienen una visión antinacionalista, supranacional, europea, de los problemas contemporaneos. A la vez, hace falta reconocer que no se ha producido, como en algún momento parecía probable, una marea verde susceptible de transformar la estructura política de la izquierda en Europa. Los avances electorales de esa corrriente son modestos; las simpatías indiscutibles de que goza en sectores amplios no se traduce en las urnas, o lo hace en escasa medida.

La experiencia de los últimos años pone de relieve un desfase entre las movilizaciones de masa que se han llevado a cabo en torno a reivindicaciones pacifistas y ecologistas, y que en diversas ocasiones han adquirido una amplitud extraordinaria, y los limitados resultados, en cambio, de los intentos de trasladar esas corrientes de opinión a un terreno específicamente electoral. En realidad, la vocación verde tiene ante sí dos opciones, que se expresan en la lucha interna que se desarrolla actualmente en el seno del partido verde en la RFA: se trata de escoger entre una actitud realista que lleva a la colaboracíón con el SPD, o, en cambio, seguir siendo un partido anti-partidos, fundamentalista, contrario a las concesiones, sin las cuales una labor de gobierno es inimaginable. La primera actitud lleva sin duda a los verdes a devenir una componente crítica, estimulante, pero integrada en el sistema, de una coalición de izquierdas; y no es una perspectiva de pura fantasía si se piensa en las próximas elecciones en la RFA. La segunda opción tiende lógicamente a desjerarquízar los caminos electorales, a considerar que la principal aportación que el ecologismo puede dar a la izquierda europea pasa por la potenciación de los movimientos sociales y la búsqueda de nuevas formas de participación ciudadana.

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