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¿Qué es ser de izquierdas?

Crítica a un artículo de Agnes HellerTú misma, Agnes Heller, cuando intentas definir lo que es la izquierda -esto es, evidentemente, lo primero que hay, pero parece hIstóricamente-, excluyes a los partidos occidentales que, de forma abierta o encubierta, dan su apoyo a los sistemas y Gobiernos totalitarios" del Este; si no, dices, es imposible hablar de una izquierda común a los dos bloques. De acuerdo. Pero aceptando esta definición resulta que antes de 1968, es decir, que hace 16 años, no había prácticamente izquierda, al menos en Occidente, a no ser el movimiento anarquista y cuatro locos más. Yo y tú, y quien quiera que tenga buena fe y no confunda llamando izquierda a la gestión progresista del capital, podemos hablar de izquierda, de una cosa que prácticamente no existía hace 16 años. Si hay crisis, que la hay, ¿no será una crisis de adolescencia? ( ... )Si nos paramos aquí, añadiendo si se quiere una nueva derrota: la salida absolutamente individualista (en el peor sentido de la palabra) dada a todas las esperanzas y renovaciones surgidas en 1968, el análisis tiene que ser forzosamente derrotista, viene precisamente de la derrota. ¿Pero podrá estar mejor la izquierda después de tanta derrota? El solo hecho, de la propia existencia, renovada, indica que hemos aprendido de esas derrotas, lo cual es el mejor sistema para superarlas. Luchamos, por otra parte, no lo olviden, contra la historia.

El porvenir tampoco parece ser muy brillante. Como consecuencia de todo lo expuesto, parece- no plantearse ya la alternativa: o capitalismo o socialismo, sino que parece clara la construcción, a escala mundial, de una nueva forma de explotación, el colectivismo burocrático, presentándose la alternativa tan sólo en si éste es claramente represivo y autoritario (técnico-militarizado) o de índole más bien social (tecno-socialdemócrata con estibaciones euros).

En esta situación, ¿qué quiere decir ser de izquierdas? Tú, Agnes Heller, respondes con tristeza, con conciencia de crisis, que es más una actitud moral, que no política. De acuerdo de nuevo, pero ese es un gran avance. ( ... )

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Tú, Agnes Heller, nos dices, que el problema es que los planteamientos de la izquierda son meramente negativos. "No destruir el medio ambiente, no construir reactores nucleares, no tener, armamento nuclear...". Sólo en parte estoy de acuerdo contigo: la liberación de la mujer, el libre gozo de la sexualidad, etcétera, son, afirmaciones positivas. Lo que pasa es que, volvemos a lo mismo, tú, Agnes Heller, sigues con una óptica política, reduces el análisis a los elementos más directamente políticos, cuando hoy la izquierda está construyendo una moral, una forma de vida, un nuevo modelo de desarrollo en que, ojalá sea así, la política -el juego político de intereses- ya no será necesaria. ( ... )

Lo que pasa también es que: esto es muy difícil de captar intelectualmente y de comentarlo así, como tú y yo, en un periódico. Posiblemente lo que está en crisis es el intelectual de izquierdas porque, y este es el gran avance, la izquierda no es ya un proyecto intelectual, sino vital. En el mismo EL PAIS en que salía tu artículo, Juan Luis Cebrián se preocupaba también de dónde estaba la izquierda, y se lamentaba de que hoy la izquierda no se hace en las aulas universitarias, sino en los bares, añorando . cuando la izquierda bebía agua". No vamos a entrar en discusiones sobre qué líquido es mejor beber -allá cada uno con su cuerpo-, pero ya sabemos a dónde nos lleva la izquierda en las aulas: al PSOE y a EL PAIS. No, gracias. El bar es de los pocos lugares de vida colectiva que queda; llevar el bar a casa y apagar de cuando en cuando la televisión. Vivir colectiva, igual y libremente ya. Esto es lo que significa ser de izquierdas hoy. Es viejo ya, de hace 16 años; pero es nuevo, de hace sólo 16 años: se trata de modificar la vida cotidiana. Nada más y nada menos. Aunque a todos nos guste ser tan guapos como Yves Montand.

, 20 de octubre

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