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La Diada catalana se celebra en un clima de división política entre los partidos

Enric Company

La Diada del 11 de septiembre, declarada fiesta nacional de Cataluña por el Parlamento autónomo en 1980, se conmemora hoy en un clima de división entre las fuerzas políticas, cuyo trasfondo es la pugna por la hegemonía en el movimiento catalanista. Rectificando su posición del año pasado, los socialistas han decidido manifestarse por el pleno autogobierno, el trabajo y la paz, mientras Convergència i Unió (CiU) se mantiene partidaria de una celebración festiva. Una plataforma de grupos nacionalistas radicales han disputado a los partidos el encabezamiento de la manifestación central de la Diada en Barcelona.

La reincorporación de los socialistas a la tradicional manifestación de la Diada del Onze de Setembre ante el monumento a Rafael Casanova, en Barcelona, han convertido a CiU y Alianza Popular en las únicas fuerzas políticas que consideran que la fiesta nacional de Cataluña debe celebrarse de forma festiva, institucional, en vez de con actos específicamente políticos, como la citada manifestación.Socialistas y convergentes coincidieron en 1983 en no participar en la manifestación, que hasta entonces había sido siempre unitaria, aunque en los últimos años el cortejo de los socialistas había sido objeto de imprecaciones por parte de grupos de manifestantes nacionalistas.

Tras las elecciones autonómicas del pasado mes de abril, los socialistas han decidido potenciar su imagen como partido catalanista y su viraje ha producido la paradoja de que la coalición nacionalista que ganó holgadamente las elecciones catalanas sea la fuerza política que no conmemore manifestándose la fiesta nacional catalana, con la sola compañía, a estos efectos nada deseable para los pujolistas, de los fraguistas de Coalición Popular.

Cuando a principios de agosto se hizo pública la convocatoria de manifestación de la Diada por los sindicatos UGT y CC OO y los partidos parlamentarios de izquierda, ERC, PSUC y PSC, el líder de CiU y presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, expresó su disgusto por este hecho y reiteró su criterio de que la Diada debe celebrarse festivamente.

En esta convocatoria renunciaron a participar los partidos extraparlamentarios de izquierda, que exigían la incorporación de eslóganes a favor de la autodeterminación y contra la OTAN y que, en consecuencia, harán su propia manifestación.

Encabezar la manifestación

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El principal punto de fricción, sin embargo, surgió cuando un grupo de organizaciones nacionalistas radicales, encabezadas por la Crida a la Solidaritat en Defensa de la Llengua, la Cultural la Nació Catalanes, efectuó también su convocatoria, bajo el lema "soberanía nacional: autodeterminación", y, alegando haber presentado antes que nadie la comunicación al Gobierno Civil para la hora y recorrido de la manifestación, reclamó el privilegio de encabezarla.

La intención de los primeros convocantes era celebrar una manifestación de participación popular, sin encuadramientos por partidos. Sin embargo, la existencia de tres grupos de convocantes parece indicar que se ratificará la tendencia de los últimos años y sólo acudirán las bases organizadas.

A esta situación se han añadido algunos incidentes previos habituales ya en estas fechas. Anteayer fueron quemadas tres banderas españolas en Barcelona, Sant Adriá de Besós y la Bisbal de Falset (Tarragona), así como una catalana en Borges del Camp (Tarragona). Ayer, la placa que en el Fossar de les Moreres recuerda a los defensores de la ciudad de Barcelona en 1714 apareció tintada de azul, y se produjo en Badaloría un intento de quemar un monolito conmemorativo del 11 de setiembre de 1714, cuya inauguración estaba prevista para hoy.

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