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Amparo Claramunt

Directora del centro Leopardi, de Valencia y promotora de la federación española de la Unión internacional de la Marioneta

Miguel Ángel Villena

A partir de su experiencia en el centro cultural Leopardi, donde aplicaba técnicas pedagógicas que incluían el uso de las marionetas como ejercicio de desinhibición, esta profesora de italiano de 30 años de edad sintió una fascinación por el mundo de los títeres. Decidió montar su propio grupo, el Teatro Bufo, y ha promovido, junto a titiriteros de otras nacionalidades y regiones, la Unión Internacional de la Marionteta (Unima), federación de España. Amparo Claramunt formará parte de la delegación española que acudirá al Congreso Internacional de Unima, que se celebrará en Dresde del 17 al 25 de agosto.

"En España los marionetistas trabajan en plan familiar y artesanal y para sobrevivir tienes que entregar tu tiempo y tu dinero. En esta faceta artística, que los poderes públicos consideran todavía como un género menor para el esparcimiento de los niños, nos encontramos a años-luz del nivel que han alcanzado en los países del Este y en los más avanzados de Occidente. Los españoles somos directores, escenógrafos y guionistas al mismo tiempo, y la deplorable carencia de medios y condiciones para montar nuestros espectáculos nos condena al teatro ambulante". Amparo Claramunt se queja, asimismo, de la falta de comunicación y de intercambio de experiencias entre los grupos de marionetistas españoles, que, salvo contadas excepciones, luchan contra viento y marea para poder ejercer su trabajo de una forma digna.En opinión de esta profesora de italiano, que descubrió su fascinación por la marioneta al estudiar algunas experiencias psiquiátricas italianas que trataban de desinhibir a los pacientes a través del juego con los títeres, las deficiencias de este género teatral en España obedecen también a la actitud de los adultos, que consideran a las marionetas como "un montaje para niños". "Esta equivalencia entre teatro de títeres y teatro infantil", señala Amparo Claramunt, "es falsa, porque nuestro Teatro Bufo realiza montajes dirigidos a niños y mayores. Lo que ocurre es que el adulto español se niega a ser niño e incluso en las representaciones teatrales se comporta como un poste y tiene miedo de participar".

El panorama no mejora en el ámbito escolar, que, en buena lógica, debería ser el caldo de cultivo para que naciera la afición hacia uno de los géneros teatrales más antiguos y tradicionales. Al parecer, los enseñantes no prestan excesiva atención al teatro de títeres y sólo en los últimos años las escuelas de verano y los movimientos de renovación pedagógica se han interesado por las marionetas. "El niño de la generación actual se ha encontrado ya sentado frente a un televisor sin capacidad de respuesta, ni de elección. Nosotros luchamos contra el niño teleadicto y tratamos de ofrecerle espectáculos ágiles y trepidantes, porque de lo contrario no soportan un ritmo lento. Estimulamos su participación y despertamos la fascinación hacia la esencia de la marioneta, que consiste en dar vida a seres inanimados".

Amparo Claramunt destaca el papel que los marionetistas están asumiendo en Cataluña y en el País Vasco, de cara a las escuelas y a la promoción de un teatro que casi había perdido sus raíces en muchas zonas de España. "Sin embargo", advierte, "no contamos apenas con centros de formación para los marionetistas".

Tras haber impulsado su federación, cuatro delegados españoles asistirán por primera vez a un congreso internacional de Unima, que tendrá lugar en Dresde, en la República Democrática Alemana, entre el 17 y el 25 de agosto.

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