_
_
_
_
_
Islandia, el único país de la OTAN sin Ejército / 3

El Gobierno de Reikiavik libra una lucha desesperada contra la crisis económica

ENVIADO ESPECIALLa economía, junto con la presencia norteamericana en la isla y el número del personal de la Embajada soviética en Reikiavik (entre 80 y 90 personas), constituye uno de los tres temas de conversación más comunes en Islandia. Durante años, Islandia parecía haberse acostumbrado a vivir con una alta tasa de inflación. Era algo casi tan familiar como los bancos de bacalao que pueblan su zona económica de 200 millas. Pero la recesión económica internacional que siguió al alza de los precios de los crudos en 1979 se agudizó en 1982. Esta recesión significó para Islandia una contracción en los mercados exteriores, un deterioro general en el comercio y un aumento en las tasas de interés de la deuda exterior. La situación se agravó como consecuencia de una reducción sustancial en las capturas de pescado, prácticamente la única exportación islandesa. El Gobierno conservador de la isla trata de acabar con esta situación con una drástica política monetarista.

La inflación, que se había mantenido en los últimos años entre el 60% y 80% anual, alcanzó en el segundo trimestre de 1983 la increíble cifra del 130%. En abril de ese año se celebraron elecciones generales, y un Gobierno de centro-derecha, presidido por el centrista Steingrimur Hermannson, del Partido del Progreso (granjeros) -curiosamente, el partido minoritario de la coalición-, tomó posesión en Reikiavik.

Para el primer ministro, el objetivo primordial del Gobierno era la lucha contra la inflación. "Los partidos de la coalición acordamos no sólo adoptar medidas drásticas para combatir una inflación que era, en mayo/junio del pasado año, del 130%, sino continuar con esas medidas para reducirla sustancialmente", manifiesta.

"Estamos muy satisfechos de los resultados conseguidos, ya que en un año la inflación se ha reducido del 130% al 12%/13% de hoy y nuestra meta para final de año es que no sobrepase el 10%.", añade. El Gobierno aplicó desde el primer momento una política radical de rentas y salarios y suprimió por ley la indexación (aumento de los salarios en proporción igual al aumento del coste de la vida), que afectaba a sueldos y pensiones.

Hermansson reconoce que, "como consecuencia de estas medidas, el poder de compra del ciudadano se ha reducido, aproximadamente, en un 12%, lo cual tia sido muy duro para el público". Pero la gente aceptó los sacrificios "porque empezaron a tener miedo del alto índice de inflación, que podría haber producido, si no se hubiera detenido, un verdadero descarrilamiento de la vida econórnica del país".

0,7% de paro

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Curiosamente, la aplicación de una política monetarista no se tia traducido en un aumento del desempleo, que el pasado mes de junio sólo registraba un índice del 0,7%. "Todo el mundo predecía un incremento del paro, que no se tia producido. En realidad, es inferior al del año pasado, que se situó en torno al 1%", dice Hermannsson. Para el primer ministro, las dificultades futuras hay que buscarlas en la continua reducción de las capturas de pescado, "que este año serán la mitad de las de 1981". La decisión de Noruega y Canadá de subvencionar sus exportaciones de pescado en conserva a Estados Unidos hace todavía más difícil la situación de Islandia, ya que Norteamérica es su primer cliente individual, con un 28,3% de las exportaciones islandesas en 1983.

Las afirmaciones del jefe del Gobierno son fuertemente contestadas por el presidente de la Alianza del Pueblo (socialistas de izquierda), principal partido de la oposición, Svavar Gestsson, quien considera que "sólo la clase trabajadora está pagando la lucha contra la inflación". "Lo único que tia hecho este Gobierno es suprimir la indexación. No ha adoptado ninglana otra medida. El resultado es que el nivel de vida ha bajado un 30%, principalmente entre los trabajadores del sector pesquero y agrícola", afirma Gestsson.

Según Gestsson, el paro aumentará a final de año como consecuencia de las dificultades en la industria pesquera. "Por primera vez", dice, "se están vendiendo pisos en los pueblos pesqueros. La gente se viene a la capital en busca de trabajo".

Endeudamiento histórico

Para el doctor Johannes Nordal, gobernador del Banco Central de Islandia, "la deuda exterior constituye uno de los más serios problemas del país", una deuda exterior que a finales de 1983 constituía el 60,6% del Producto Nacional Bruto, el porcentaje más alto registrado en la historia del país. Las causas de este incremento en la deuda exterior hay que buscarlas en una tendencia a financiar el déficit presupuestario con préstamos exteriores y en la alta cotización del dólar. Como muchos otros países, Islandia sufre también la repercusión de la elevación en los tipos de interés preferencial norteamericano.

Al mismo tiempo, Islandia está inmersa, como otros países europeos, y especialmente nórdicos, en lo que el doctor Nordal califica como "el dilema del Estado de bienestar". Durante años, explica, el Gobierno y otras entidades públicas han asumido el incremento de sus obligaciones para con los ciudadanos. Al facilitar servicios gratuitos, subsidios, créditos, etcétera, a los ciudadanos, las peticiones al Estado se han incrementado al mismo tiempo que ha aumentado la resistencia del público a pagar más impuestos para conseguir esos servicios. El dilema fue objeto de una portada hace meses en la revista Newsweek, con el título ¿Quién va a pagar en elfuturo el Estado de bienestar en Europa?. El problema se agudiza especialmente en los países nórdicos, donde cada día aumenta el número de personas que trabajan para los beneficiarios de la Seguridad Social. Por ejemplo, en Noruega, y como consecuencia del prácticamente nulo aumento registrado en el índice de natalidad, un millón y medio de personas trabajan para dos millones' y medio laboralmente improductivas.

Comercio con España

Islandia tiene una deuda de gratitud especial con España: gracias a las presiones de nuestro país, Islandia decidió, en 1921, abolir la ley seca, que había decretado en 1917. La razón, como toda razón comercial, fue egoísta. España, que entonces era el primer cliente de Islandia en salazón y conservas de pescados, amenazó con terminar con las importaciones de pescado de Islandia si este país mantenía la prohibición de importar jerez español. La amenaza surtió efecto. Islandia continuó importando jereces y vinos españoles y, de paso, suprimió la ley seca.

Como en el resto de los países nórdicos, la venta de alcohol y bebidas espirituosas constituye un monopolio del Estado en Islandia. Y un monopolio muy provechoso para el Estado, que consiguió un beneficio neto en 1983 de 29 millones de dólares (4.860 millones de pesetas). La venta de bebidas alcohólicas está totalmente reglamentada en Islandia, y hasta las siete de la tarde es absolutamente imposible conseguir una copa. La prohibición alcanza hasta el servicio de habitaciones de los hoteles.

Sin embargo, también en la venta de alcohol Islandia es diferente. La cerveza con una gradación superior a los 2,25 grados está prohibida. La única explicación plausible es que las autoridades no desean que una población propensa a la bebida por el clima y la forma de vida encuentre facilidades para emborracharse con una bebida barata como la cerveza. Sin embargo, es diricil mantener la prohibición para importar cerveza cuando cualquier islandés puede beber después de las siete vodka, whisky y cualquier licor. El lobby cervecero espera que 1985 sea el año de la legalización de la venta del líquido amarillo en Islandia.

Desde el punto de vista del intercambio comercial, la balanza es tremendamente deficitaria con España. Nuestro país importa productos de Islandia por valor de 610 millones de coronas (una corona = cinco pesetas), mientras que exporta sólo por valor de 193 millones de coronas. La mayor exportación española de todos los tiempos ha sido una gigantesca grúa para descargar contenedores, que se alza airosa en el puerto de Reikiavik y constituye, después de la catedral, la estructura más alta de la capital islandesa.

"España", manifiesta el embajador español en Noruega e Islandia, Juan Durán-Lóriga, "tiene un importante papel que jugar en el futuro desarrollo de Islandia, gracias precisamente a lo desfavorable que para nosotros resulta la balanza de intercambios".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_