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Luto en el Kremlin

La muerte de Yuri Andropov aumenta la incertidumbre sobre el futuro político de la Unión Soviética

Pilar Bonet

Yuri Andropov, de 69 años de edad, secretario general del Comité Central de Partido Comunista de la Unión Soviética y presidente del Presidium del Soviet Supremo, falleció a las 16.50 del jueves (14.50, hora peninsular) en Moscú, aunque su muerte fue anunciada oficialmente 22 horas después. La prematura desaparición de Andropov, apenas 15 meses después de suceder a Leonid Breznev en noviembre de 1982, prolonga en el tiempo la incertidumbre sobre el rumbo político que la URSS vaya a adoptar en el período de transición aparentemente iniciado con la muerte de Breznev. El asalto combinado de nefritis, neurosclerosis, hipertonía secundaria y diabetes llevó a la tumba, después de un misterioso apartamiento de la vida pública de medio año de duración, al hombre que llegó al más alto escalón del poder soviético después de permanecer 15 años al frente de los servicios secretos (KGB). Todos los pronósticos apuntan a que el inmovilismo seguirá siendo una constante de la política exterior soviética, al menos hasta que se afiance el sucesor de Andropov y se celebren las elecciones presidenciales en Estados Unidos, previstas para el 6 de noviembre, y en las que Ronald Reagan aspira a un nuevo mandato de cuatro años.

El paso de Yuri VIadimirovich Andropov por la dirección del Estado y del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) ha sido fugaz. Su muerte, a los 69 años de edad, anunciada ayer por la tarde (14.30, hora de Moscú), con un día de retraso -al igual que había ocurrido 15 meses menos un día antes con su antecesor, Leonid llich Breznev-, deja vacante la cumbre del poder en la URSS y proyecta una pesada incertidumbre sobre la eventual continuidad de una trayectoria política que apenas tuvo tiempo de perfilarse, aunque su trazo fuera enérgico.Andropov, que sufría nefritis y diabetes, se sometía a un tratamiento de hemodiálisis desde febrero de 1983. Su fallecimiento tuvo lugar a. las 16.50 horas del jueves día 91, a consecuencia de una insuficiencia cardiovascular sobrevenida, tras una esclerosis nefrítica y una hipotonía progresiva, según el parte médico oficial leído en el noticiario televisivo Vremia, de las nueve de la noche.

La comisión encargada de organizar el funeral de Andropov -que será enterrado en la plaza Roja- será presidida por el miembro del Politburó Constantin Chernienko, de 72 años, conside rado el horribre de confianza de Leonid Breznev y el rival derrotado de Andropov en el último relevo en la cumbre del poder. Observadores políticos en Moscú consideran este hecho como especialmente signifi cativo, ya que en noviembre de 1982, tras la muerte de Breznev, Andropov Ibe el encargado de dirigir la comisión funeraria.

Hasta las nueve de la noche de ayer, toda la información oficial sobre la muerte de Andropov se limitaba a un comunicado de 16 líneas emitido conjuntamente por el Comité Central del partido comunista, el Presidium del Soviet Supremo de la URSS y el Consejo de Ministros. En tan escueto texto, difundido por todos los medios de comunicación, se anunciaba con "profundo pesar" que Andropov había muerto tras "una larga enfermedad".

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La edad y el estado de salud serán decisivos a la hora de decidir el nombramiento del sucesor de Andropov

Viene de la primera páginaFuentes solventes señalaban ayer en Moscú que el Politburó se hallaba reunido a lo largo de la tarde. Las fuentes no descartaban que la reunión estuviera marcada por tensiones entre los diversos grupos representados en el máximo organismo colectivo de poder en la URSS, compuesto por 12 miembros de pleno derecho y seis suplentes.

A la muerte de Breznev, la incógnita de su sucesión tardó en despejarse dos días, cuando el Comité Central, reunido en sesión extraordinaria, eligió a Andropov como primer secretario del Comité Central del PCUS Su elección como presidente del Presidium del Soviet Supremo se hizo esperar, sin embargo, hasta el 16 de junio de 1983.

Mientras observadores políticos occidentales opinan que la sucesión de Andropov va a despejarse en breve plazo, otras fuentes creen que ésta puede demorarse debido a lo reñido de la lucha por el poder.

El ministro de Defensa, mariscal Dimitri Ustinov, de 75 años, y el veterano ministro de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, de 75, son considerados los principales puntales que ha tenido Andropov en la gestión cotidiana de la política exterior. Ambos miembros del Politburó pasan por ser hombres de confianza del dirigente fallecido y se les atribuye un antagonismo compartido hacia Chernienko.

Algunos observadores opinan que el Politburó decidirá esta vez decantarse por algún personaje que ofrezca unas garantías de permanencia, lo que en realidad quiere decir buena salud o relativa juventud. Si se establece la edad de 60 años como línea divisoria, dos personas, Gueidar Aliev y Grigori Romanov, antiguo jefe del Servicio de Seguridad del Estado (KGB) en Azerbaiyan y antiguo secretario del partido en Leningrado, respectivamente, se encuentran precisamente en ella.

Por debajo, con menos edad, están Mijail Gorbachov (52), al que expertos políticos atribuyen posibilidades de salir victorioso, y Vitafl Vorotrikov (57), un hombre de fulgurante: carrera en los últimos tiempos, antiguo embajador en Cuba. Por encima de los 60 años, se encuentran todos los demás miembros del Politburó, comenzando por Chernienko y acabando por Gromiko y pasando por VIadimir Cherbitski (65 años), Víctor Grichin (69 años), Dinmujamed Kuriaev (71 años), Nikolai Tijonov (75 años), Mijail Solomentsev (70 años).

Si el relevo se hace en función de la edad, tanto Ustinov como Gromiko estarían excluidos de la sucesión, en tanto que Gorbachov resultaría demasiado joven y Romanov tendría la edad apropiada. También se barajan los nombres de Aliev y Vorotnikov. Hay incluso quien apunta la posibilidad de una dirección colectiva.

Tanto Vorotnikov, actual presidente del Consejo de Ministros de la federación rusa, la mayor y más importante de la URSS, como Mijail Solomentsev, salieron reforzados del último pleno del comité central, celebrado en diciembre de 1983, ya que ambos fueron ascendidos a miembros de pleno derecho del Politburó.

Varias horas después de que laatención de los ciudadanos soviéticos hubiera sido reclamada, con el apelativo de camaradas, para informarles de la muerte de su máximo dirigente, una nube de banderas rojas provistas de crespones negros comenzó a extenderse poco a poco por los edificios oficiales de Moscú. Los locales públicos, cines, cafés, teatros y restaurantes, permanecían abiertos con normalidad, y la vida cotidiana no se había alterado en absoluto.

En la céntrica avenida Kalinin, los transeúntes circulaban deprisa o esperaban el autobús con aspecto indiferente. En la plaza Roja, grupos de turistas dispersos hollaban la nieve para acudir al mausoleo de Lenin, frente al cual alguien había depositado unos ramos de claveles y tulipanes.

Observadores políticos veteranos llamaban la atención sobre los elementos diferenciales en la información facilitada tras la muerte de Breznev y ahora, tras la muerte de Andropov. El mensaje oficial emitido el 11 de noviembre de 1982 subrayaba de forma inmediata que tanto la política interior como exterior de la URSS iban a mantener su continuidad.

De forma inmediata, también se dio entonces la composición de la comisión fúnebre oficial. Ambas referencias tardaron en llegar en este caso hasta las nueve de la noche. Un comunicado del Comité Central, el Presidium del Soviet Supremo y el Consejo de Ministros subrayaba a esa hora que el partido y el Estado soviético "continuarán poniendo en práctica de forma decidida y firme los principios de la coexistencia pacífica entre los Estados con diferentes sistemas sociales".

El retraso en ampliar la información del fallecimiento del máximo líder soviético ha hecho pensar a los observadores que el Kremlin estaba mejor preparado para la muerte de Breznev que para la de Andropov, pese a que éste llevaba largo tiempo enfermo y no se había dejado ver en público ante ojos occidentales desde el 18 de agosto pasado.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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