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El agua como problema

Hoy comienza el nuevo año hidrológico a efectos de la contabilidad meteorológica. El que acabó ayer ha tenido en España una ejecutoria de amargos recuerdos. Desde las catastróficas inundaciones de noviembre último en el Levante, en Cataluña y Huesca, hasta las del mismo signo producidas a finales de agosto en la zona central y oriental de la cornisa cantábrica, la irregularidad en la distribución anual de las lluvias y la escasa cuantía de las precipitaciones en gran parte del territorio nacional constituyen un mapa general de calamidades de diversa naturaleza. La sequía inclemente en unas tierras y las caudalosas lluvias en cortos períodos de tiempo sobre otras nos han dejado un balance de infortunios y desolaciones. Pero si las lluvias no han sido benignas con nosotros, hora es de decir también que en España hay agua suficiente para todos. El despilfarro de unas regiones hidrológicas y las angustiosas carencias de otras tiene una solución única: la solidaridad nacional de una distribución más equitativa, solidaridad que sólo pueden imponer una nueva ley de Aguas, la presencia de un plan hidrológico nacional -¿para cuándo estos dos instrumentos?- y una creciente actividad inversora en la construcción de embalses de regulación de cuencas fluviales. La infraestructura hidráulica de España no es todavía suficiente. De los 110.000 millones de metros cúbicos anuales en que se evalúan los recursos totales de España, la capacidad actual de nuestros embalses sólo regula algo más del 40% de los recursos superficiales del país. La suma total de los recursos hídricos (superficiales y subterráneos) da un volumen de 3.150 metros cúbicos de agua por habitante y año, mientras que en el resto de Europa la cifra media está en unos 2.700 metros cúbicos por habitante y año.El desequilibrio de nuestro país -el 25% de, la población de España dispone del 75% de los recursos- sólo se entiende si se considera que la sequía que atormenta a extensas zonas del país no lo es tanto por falta de lluvias como por falta de agua, porque si es verdad que la lluvia no se distribuye con ordenada regularidad, el agua que en unas partes sobra podría conducirse a otras en las que escasea.

Y aquí está la clave de una correcta política hidráulica nacional.

, 1 de octubre.

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