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Luis V. R.

"No volveré a ver a mi familia hasta que tenga medios para mantenerla"

En los albergues se pueden encontrar, confundidas entre mendigos profesionales y alcohólicos impenitentes, personas que abominan de su actual estado de pobreza sin salidas, que no se conforman con que les den gratis comida y cama por el resto de sus vidas, que nunca han dejado de considerarse útiles y que tienen por principal aspiración hallar de nuevo un trabajo que les permita cumplir su deseo de tener una familia o volver a la que no tuvieron más remedio que abandonar. Es el caso de Luis V. R., 49 años, uno de los fundadores y portavoz de la Coordinadora de Marginados de Madrid.

Luis no quiere dar su nombre completo ni que le hagan fotos de frente. Cuando abandonó su casa en un intento desesperado de encontrar trabajo al precio que fuera, se dijo que no volvería hasta que estuviera en condiciones de mantener a su familia, que desconoce su situación actual, alojado en un albergue del ayuntamiento "He buscado trabajo por todos sitios, incluso marchándome a Barcelona o Bilbao. Pero siempre pasaba lo mismo. Para unas pocas plazas de peón o albañil había cientos de personas, mucho más jóvenes que yo. Así que llegué a pasar hambre; aprendí a conocer los restaurantes que dejaban restos de comida aprovechables al tirar la basura; dormía en los bancos del Retiro y me costó un es fuerzo tremendo que la desesperación no me hiciera caer en la mendicidad profesional o en la bebida. En este ambiente conocí otros como yo, personas a las que la falta de trabajo ha ido obligando a convertirse en marginados, y decidimos organizamos".Luis se casó a los 33 años y ahora tiene dos hijos, uno de 17 y otro de 15 años. Casi recién casado se incorporó al caudal de emigrantes que buscaban hacerse con algo de dinero en el extranjero, pero cuando la situación económica internacional se complicó, volvió a España, en 1981.

"Al principio pude subsistir con los ahorros y el subsidio de desempleo, que era sólo de unas 17.500 pesetas, el 75% del salario mínimo, pero llegó un momento en que se acabó el dinero, y después la posibilidad de recurrir a mis padres, porque la gente acusa el cansancio de las dificultades económicas, y también las relaciones en mi casa, con mi mujer, se fueron deteriorando cada vez. más. Decidí mar charme y no volver hasta que en contrara algo para mantenerlos He conocido mendigos profesionales que sacan hasta 1.500 o 2.000 pesetas diarias, unas 50.000 al mes, más de lo que cobran muchos obreros, y a los que no interesa cambiar de vida. Y también gente débil de espíritu que no ha sabido o podido enfrentarse a los reveses y ha caído en el alcoholismo. Pero hay otros que tenemos vergüenza para recurrir a pedir dinero por la calle, que nos consideramos marginados porque la sociedad no nos da posibilidades de tener una vida digna".

"En los albergues hay personas de muchas clases que son marginados, no mendigos: disminuidos psíquicos abandonados por sus familiares, ancianos o ancianas que cobran una pensión de 5.500 pesetas al mes y no pueden ir a otro lado...", añade el portavoz de la coordinadora. "Aquí nos dan cama y comida, pero lo peor es tener tanto tiempo sin nada que hacer, sentirte un inútil".

Luis no ha perdido el contacto con su familia, aunque su mujer, sus hijos y sus padres no lo sepan. Un amigo de toda confianza, el único que conoce su actual situación, le mantiene informado, y sabe por él que están bien.

Junto con Manuel Ramírez, un trabajador sin estudios especiales, y Carlos Alberto Pérez, licenciado en Derecho, ambos en la misma situación que la suya, constituyeron la coordinadora y comenzaron sus gestiones ante el Ayuntamiento de Madrid y la Dirección General de Asistencia Social. Lo que la coordinadora pretende es ayudar a los marginados, y hacerlo en base a su propio esfuerzo. "En Madrid hay varios edificios de oficinas y otros servicios del régimen anterior que hoy están desocupados. Nuestra idea es convertirlos en residencias de parados, de ancianos, de disminuidos, de personas solitarias, en los que podamos convivir, trabajando en talleres mientras esperamos que nos salga un trabajo fijo".

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