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Konrad Kujau se confiesa autor del falso diario de Hitler, y el periodista que lo compró para 'Stern' acaba en la cárcel

La falsificación de los diarios de Hitler, comprados por la revista Stern por 518 millones de pesetas, parece aclarada. El proveedor, Konrad Kujau, confesó haber sido el autor de la falsificación y el periodista Gerd Heidemann ha sido encarcelado bajo sospecha de estafa y haberse apropiado de una parte de la cantidad pagada por los diarios falsos. El jueves, Konrad Kujau, alias Fischer, conocido como el General en los locales de baja reputación de Stuttgart, confesó haber falsificado los diarios de Hitler. Kujau tuvo la ironía y buen humor de escribir su confesión en el mismo tipo de letra que los diarios falsificados y firmar "con el testimonio de mi consideración más distinguida. Adolfo Hitler, alias Konrad Kujau".

La confesión de Kujau se mantuvo en secreto para no advertir al periodista Heidemann, el sabueso de Stern, que luego fue despedido y denunciado como presunto estafador por el editor de la revista, Henri Nannen. En su confesión, Kujau mantiene que sólo recibió 2.500.000 marcos (138 millones de pesetas). La revista pagó 9.300.000 (518 millones de pesetas). Faltan siete millones de marcos (unos 220 millones de pesetas), que se entregaron a Heidemann, y de los que se ignora su paradero.

La detención del 'sabueso'

La justicia, tras la confesión de Kujau, sospecha fuertemente del periodista, que parece haber inventado toda la historia de las entregas del dinero en la autopista que une el territorio de la República Federal de Alemania con Berlín Oeste.A las ocho de la tarde del jueves se presentaron en la elegante vivienda de Heidemann 20 funcionarios de policía en coches de la marca BMW y procedieron a la detención del ex sabueso y presunto estafador. A última hora del jueves, cerca de las 10 de la noche, la policía continuaba el registro de la casa del periodista, que seguía en el interior. Poco después llegó una ambulancia.

Heidemann había asegurado continuamente que él había pagado todo el dinero recibido de Stern en entregas por cada uno de los diarios recibidos. El fiscal de Hamburgo declaró ayer que Heidemann quedaba detenido por sospecha de estafa como consecuencia de la confesión de Kujau.

El periodista dijo días pasados que se encontraba "al borde del suicidio". Su detención y la confesión de Kujau no constituyen ninguna sorpresa, porque estos dos oscuros personajes se habían convertido en el centro de todas las sospechas.

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Al ser interrogado por sus antiguos colegas de Stern, Heidemann dio una versión discrepante de la de su esposa sobre la forma en que entregó el dinero en la autopista RFA-Berlín. La esposa del periodista afirmó que ella iba también en el coche y Heidemann dijo que iba solo, porque no podía exponer a su mujer en una misión tan arriesgada.

Estas discrepancias movieron al editor Nannen a presentar querella criminal por sospecha de estafa contra su sabueso favorito. El caso parece de momento cerrado y sólo falta que se aclare el paradero del dinero que falta.

Probablemente, entre las casas de lenocinio de Stuttgart, la vivienda en propiedad de Kujau, el elegante piso de Heidemann en Hamburgo y los gastos de renovación del antiguo yate del mariscal Goering se encuentran los millones de marcos pagados por Stern por "la más cara colección de papel viejo de la historia".

Al principio Kujau se presentó como un mero intermediario en el negocio de los diarios. En las primeras declaraciones a la policía sacó a relucir otro nombre, Herr Mirdof, un supuesto ciudadano de la República Democrática Alemana, quien le habría proporcionado el material.

Antecedentes policiales

Los antecedentes policiales de Kujau se remontan a 1960 y abarcan delitos de robo, falsificación de documentos, estafa y tenencia ¡lícita de armas.La publicación de los falsos diarios de Hitler provocó un enfrentamiento entre la dirección del semanario Stern y los integrantes de la redacción que ocuparon durante algunos días los locales de la revista exigiendo una renovación del equipo directivo de la publicación con el fin de evitar su descrédito.

Desde que comenzaron a publicarse los falsos diarios, algunos círculos de opinión de la República Federal de Alemania sospecharon de la existencia de una maniobra de grupos neonazis para reivindicar la memoria del dictador. En los diarios de Kujau, el führer aparecía como una persona que condenaba las actuaciones criminales de algunos de sus generales o, aparentemente, no estaba al tanto de los excesos que cometían algunos de sus más cercanos colaboradores.

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