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Reportaje:Pelota a mano: de las últimas 15 ediciones, el título ha ido a Navarra 14 veces

Retegui II y Galarza III, dos navarros ante la 'txapela' de campeón

El domingo en San Sebastián, Navarra pondrá un eslabón más en su indiscutible supremacía de la pelota a mano. El campeón manomanista en 1983 será navarro, como en muchos años anteriores. Las apuestas ya están 1.000 a 300 a favor del tricampeón navarro, Julián Retegui (Retegui II). El aspirante no será Ariño IV con sus cinco finales perdidas. La previsible víctima es Ladislao Galarza (Galarza III), también navarro y que el 13 de mayo cumplirá 23 años. Navarra se adjudicará su 14 txapela, todas ellas obtenidas en los últimos 15 años.

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Julián Retegui Barbería nació en Erasun el 10 de octubre de 1954, es decir, hace poco más de 28 años. Mide 1,75 metros. Pesa 75 kilos. Habla euskera. Fue leñador en el norte de Italia, antes que pelotari. Cuando 21 años, en una de sus estancias en Erasun, le hicieron varias pruebas como pelotari. Era el momento en que su tío Juan Ignacio (Retegui I) arrasaba a sus rivales y se enfundaba en ocho años seis txapelas del campeonato manomanista. Aquel chico valía. Poco tardó en demostrar que había nacido para suceder a su tío.Ladislao Galarza vivió tiempos menos duros que Julián. Nació en Baráibar, concejo del valle de Larraun y a la sombra de San Miguel de Aralar, hace casi 23 años. Estudió en la escuela comarcal de Leiza y su vocación de pelotari fue mucho más clara. Con 17 años, todavía en edad juvenil, Galarza III -que no tiene nada que ver ni con el primero ni con el segundo, porque no siempre los números romanos son indicativos de dinastías familiares- comenzó a arrollar a sus contrarios. Tanto que tuvieron que subirle de categoría y disputar con los seniores el campeonato entre pueblos.

Ésta no será la primera vez que se enfrenten Retegui II y Galarza III. El pasado año fue precisamente el campeón quien apeó en semifinales al ahora finalista. Nadie cree que el subcampeón venda tan barata su derrota. Para empezar, Galarza ganó ya una vez a Retegui jugando ambos con la mano izquierda. Retegui, además, sigue teniendo problemas con una de sus rodillas. El pasado año, se lesionó en el primer tanto del encuentro y con posterioridad tuvo que estar tres meses sin jugar. Pero vapuleó a Ariño IV por 22-9.

Un dilatado historial

El campeonato nacional manomanista no comenzó a disputarse hasta 1940. Anteriormente, la nominación del campeón, que gozaba del título con todos los honores, se hacía por una especie de con senso popular.Si nos remontamos casi dos siglos, nos encontramos con que el primer pelotari que creó auténtica leyenda fue Juan Martín Inda Perkain, uno de los pocos deportistas que habrá inspirado una obra teatral. Hariste, dramaturgo francés del pasado siglo, puso en los papeles lo que la tradición popular había transmitido por vía oral de generación en generación. Perkain: un drama de horror, es el título de la obra.

El pelotari de Aldudes, en el territorio francés de Baja Navarra, disconforme con las ideas de la Revolución Francesa, se exilió al vecino valle hispano de Baztán. Pero, desde el otro lado de la frontera, su eterno rival, el zurdo Courouchut, Ezkerra, le lanzó un desafío. Era una cuestión de honor en la que un hombre del talante de Perkain no podía hacer dejación. Jugó y ganó el partido. Pero, al final, una brigada de gendarmes trató de detenerle. Y con la misma pelota utilizada para el juego logró golpear en la cabeza y dar muerte a los jefes de los gendarmes. La multitud le arropó y le ayudó a pasar la frontera y refugiarse de nuevo en territorio baztanés.

Pero Perkain, con quien empieza la historia, más o menos distorsionada, de la pelota vasca, no era manista, sino que jugaba con guante. Los primeros nombres que suenan entre quienes no utilizaron más herramienta que su propiamano son los de Urtxala, Peyo Sugarri, Itzela, el cura Lava de Marquina, Bizimodu y, sobre todos ellos, Txikito de Éibar.

Según versión de Francisco Ezkiaga, el más veterano de los actuales cronistas de pelota y vocal de Prensa de la Federación Internacional de Pelota Vasca, fue precisamente Txikito de Éibar "el primero que se dedicó en exclusiva y como liberado a la pelota, con la mirada puesta en vivir a cuenta del juego. De hecho, fue también el primer campeón profesional. Abordó en poco tiempo distintas especialidades, para acabar desviando su atención hacia la xistera (cesta punta) y embarcar para América".

En 1926, otro pelotari de Azcoitia, Atano III, destronó a Mondragonés y comenzó un período de dominio absoluto que duró 22 años. Fue precisamente Atano III el primer campeón oficial, en 1940. Como hasta 1943 el campeonato no se hizo anual, hubo que esperar dos años para que Atano III revalidara su txapela. En el segundo campeonato sucedió algo singular. El aspirante era Atano VII, hermano del campeón, y ambos debieron de hacer una especie de jura de Santa Gadea. Los dos hermanos, con toda la solemnidad del mundo, tuvieron que pronunciar en público el siguiente juramento: "Juro ante Dios poner en el partido de pelota concertado con mi hermano, en el que nos disputaremos el título de campeón de España, todas mis facultades, mis energías y mi voluntad más firme para lograr el triunfo de tan deseado galardón. Y para que conste, firmo este juramento en San Sebastián, a 6 de junio de 1942".

Supremacía navarra

Hemos iniciado este reportaje hablando de la supremacía navarra y del palmarés del campeonato manomanista. Ocurra lo que ocurra el 1 de mayo en el frontón de Anoeta de San Sebastián, el viejo reino se adjudicará su 14 txapela. Guipúzcoa posee 12; Vizcaya, 9; Álava, 2, y tan sólo una Rioja.Pero lo verdaderamente extraordinario de la supremacía navarra es el hecho de que esos 14 títulos correspondan a los últimos 15 años de competición. Desde 1940 hasta 1956, la txapela manomanista fue un monopolio de los guipuzcoanos, con el paréntesis de 1953, en que el riojano Barberito, recientemente fallecido, fue proclamado campeón al renunciar Gallastegui por desavenencias económicas.

En 1957, García Ariño 1 se llevó para Vizcaya el primer título. Y a renglón seguido aparecen en el palmarés los dos únicos títulos alaveses, logrados por Ogueta, apodado El Ciclón.

Cambia la década y ello supone la irrupción de uno de los mejores campeones: Hilario Azkárate, inagotable zaguero, tan poco espectacular como inasequible al desaliento. Azkárate derroca en su primera final a Ogueta, en 1960, y repite triunfo frente a Etxabe X y García Ariño 1, en 1961 y 1962. Pero Ariño 1 recupera el cetro seis años después de perderlo y además endosa al todavía tricampeón Azkárate un 22-2, que supone el tanteo mayor jamás registrado en una final. Pero al año siguiente se normaliza el campeonato con el cuarto triunfo de Azkárate, que repite en 1965. Llevamos ya seis años consecutivos de victorias vizcaínas, y los guipuzcoanos, que están en el ostracismo desde hace 10 años, recuperan su ilusión cuando Atano X, sobrino del primer campeón, y hábil y alegre delantero, bate en su segunda intentona al contumaz Azkárate.

En 1969, Atano X, el canto de cisne de los guipuzcoanos hasta el momento, ve cómo un joven navarro de Erasun, zurdo, con increíble bolea, revoluciona el juego de aire y gana dos uapelas seguidas. En la segunda aparece ya su gran rival, otro navarro, Julián Lajos, que bate a Retegui en 1971. Al año siguiente, el pique entre ambos genera un incidente que hace que Lajos no se presente a la final y, sin jugarla, devuelva el título a Retegui. En 1973, 1974 y 1975 completa este último sus seis títulos e iguala el récord de Azkárate, que todavía los dos comparten y que sólo Julián Retegui parece en condiciones de igualarlo.

Gorostiza, un vizcaíno que había estado a punto de batir al propio Retegui en 1974, pone la única cuña no navarra de los últimos 15 años. En 1977 bate en la final a su casi hermano Ariño IV, que empezaba así su rosario de cinco finales perdidas. Al igual que había pasado con Azkárate, comienza la década y, con ella, la égida de un nuevo campeón, Julián Retegui.

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