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Reportaje:

García Márquez inicia la aventura del periódico 'El Otro' "para disfrutar de la dignidad de dar todas las noticias"

Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura de 1982, vino ayer a EL PAIS, donde colabora, para refrescar su memoria de periodista, acopiar datos para el periódico que proyecta hacer en Colombia, su tierra, y para comprobar que no hay aventura más estimulante que la de hacer un periódico, "para volver a disfrutar de la dignidad de dar noticias, todas las noticias". Aprovechó su visita, también, para sustituir, ante una terminal Atex de la redacción de este periódico, una palabra del artículo suyo que hoy se publica.

Desde que llegó al edificio del periódico, en Miguel Yuste, 40, el hombre que va a regir los destinos del diario colombiano El otro, estaba empeñado en eliminar aquella palabra, y sobre la terminal sustituyó la palabra voluntariosa por el vocablo temeraria. Luego se siguió interesando por los aspectos cotidianos de la producción de este diario.El otro saldrá en noviembre del año inmediato, pero desde marzo el equipo de García Márquez se propone poner en marcha el proyecto.

Quiere empezarlo a editar en esa fecha porque será entonces, comenta en broma, el concurso de belleza colombiano, y él quiere, desde el principio, conjurar la especie que asegura que el suyo va a ser algo distinto a lo que es un diario de información general.

En París, su lugar de escala desde Estocolmo hasta Madrid, el premio Nobel colombiano se encontró con Jean Daniel, director de Le Nouvel Observateur. Daniel se escandalizó: "`A tu edad y queriendo meterte en la aventura de hacer un periódico..." García Márquez cree que este es el momento adecuado para recuperar la vieja dignidad de dar noticias, y de darlas todas" y cree que no hay nada más estimulante para sentirse vivo que hacer un periódico.

Refrendó esa reflexión el autor de Cien años de soledad cuando se enfrentó a las terminales que los redactores de EL PAIS utilizan para escribir sus textos y, tras comprobar las múltiples posibilidades que al periodista ofrece el sistema de impresión que usa el periódico, dijo: "Hay que hacer El otro, aunque sea para usar estos juguetes".

García Márquez tiene muy claro que el suyo no va a ser el diario anunciado por quienes no están en su proyecto: será un periódico que no perseguirá las primicias ("porque ya las primicias las da abundantemente la radio") y desmentirá a diario a los agoreros que lo ven como un futuro portavoz de las distintas opciones políticas que se concentran en Centroamérica y en el mundo. "Va a ser un periódico, y punto".

Preocupado por todos los aspectos de la confección del periódico, se interesa por el tipo de letra ("el lector que coge un libro y no puede seguir leyéndolo no se retira de la lectura sólo por la maldad del texto, sino porque simplemente la letra no se puede leer") y por quién es el encargado de cambiar cada día la fecha que aparece en la mancheta.

Al principio, El otro va a ser un diario de corta paginación; será realizado por un equipo de veinte personas, ninguria de las cuales sobrepasará los treinta años. Intrigado por los inicios de EL PAIS, no sólo registra con su mirada voraz los números cero que se hicieron al inicio de este diario español, sino que acude a una fotografia en la que aparecen los primeros redactores del periódico y cuenta, uno a uno, para asegurarse de que el número por el que él ha optado es el adecuado.

Luego, con igual énfasis, pregunta cómo es posible saber dónde van todos los acentos y se declara defensor de su abolición: "Yo me conozco todas las reglas, pero nunca sé dónde aplicarlas, de modo que habría que poner contra las cuerdas a la Academia y hacer que sea flexible en este tema".

Declara que, como todo, el título de su periódico (El otro) es un homenaje a Jorge Luis Borges ("y a Miguel de Unamuno"), se pregunta cómo se comunican los periodistas teniendo tantos sistemas electrónicos para decirse las cosas a través de la máquina y se tranquiliza cuando sabe que de una mesa a otra hay gritos que acallan el ruido sordo de las Atex: "Ah, eso es muy bueno, porque si uno no se ve con los demás se va al carajo, y es estupendo saber que todavía es posible ver cómo sale el tipo de los manguitos verdes de la sala de teletipos diciendo '¡Paren las máquinas!' Por cierto, ¿cuándo fue la última vez que ustedes pararon las máquinas?".

La conversación se traslada, de ese modo, al recuerdo del intento de golpe de Estado que hubo en España en 1981. Ante la primera página de EL PAIS de esa ocasión (EL PAIS, con la Constitución), con los titulares de mayor cuerpo que ha dado el periódico, comentó: "Espero que jamás se saquen de nuevo esos cuerpos de las cajas".

En Madrid, García Márquez ha estado con su amigo el presidente del Gobierno Felipe González, "a quien encontré reposado, perfecto, dueño de la situación, sereno. Es la gran esperanza de los españoles y la gran esperanza de Centroamérica, porque él puede ser clave en la solución de la situación que padece nuestra tierra". Habló con la ternura que le conocen sus lectores sobre el fallecido dirigente panameño Omar Torrijos, y recordó que el gran sueño de la vida de su otro gran amigo, el presidente cubano Fidel Castro, es venir a España "para comer en Galicia, la tierra de sus antepasados".

Pero de esas cuestiones, así como de las literarias, sólo habló en los intervalos, porque su pasión es el periódico que va a fundar. "Una vez estábamos discutiendo en Cuernavaca y yo dije 'ya no hacemos el periódico', y Mercedes, mi mujer, que andaba dormitando, se despertó de improviso y gritó: '¿Cómo es eso, que una cosa tan bonita no la vamos a hacer? Yo pongo el dinero'. Y entró como accionista con un 10%. Y ahí estamos".

Ante una fotografía en la que aparece, hace años, con el director de este periódico, el Nobel exclamó: "¡Qué joven era yo entonces!" Luego se quedaría pensando y volvería a declarar: "Pero nada me va a volver a ser tan joven como esta aventura que empezará en marzo". Hoy se va de Madrid Gabriel García Márquez.

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