El Papa anuncia el jubileo del año santo extraordinario de la 'redención'
El nuevo año santo extraordinario de la redención durará trece meses, exactamente desde el 25 de marzo del año próximo hasta el 22 de abril de 1984, fiesta de la Pascua de Resurrección. Lo anunció ayer el papa Juan Pablo II en su discurso navideño, en la sala del Consistorio, al colegio cardenalicio, a la familia pontificia y a la curia romana.El Papa anunció también que el nuevo Código de Derecho Canónico será promulgado oficial y definitivamente el 25 de enero próximo, aniversario de la fecha en que, hace 24 años, Juan XXIII anuncié al mundo el nuevo concilio y su voluntad de modernizar la legislación eclesiástica.
Pero el largo discurso del Papa a la curia romana estuvo centrado ayer, sobre todo, en los contenidos del nuevo jubileo extraordinario por él convocado con motivo del 1.950 aniversario de la redención. Y tendrá una característica especial: podrá ser ganado este jubileo contemporáneamente en todas las iglesias del mundo y no sólo en Roma o antes o después del año santo, como otras veces. Juan Pablo II motiva esta decisión afirmando que si bien es cierto que Roma ofrece a todos los peregrinos su carácter único, sin embargo, "no debe monopolizar un tesoro que es de todos". Y, por tanto, desea, que este jubileo extraordinario "se celebre con los mismos derechos y con los mismos efectos espirituales en cada una de las iglesias de todo el mundo".
Esto, además, afirma el Papa, devolverá a los creyentes el "sentido de la universalidad".
Un año santo, según el papa Wojtyla, que va a, ser una especie de puente entre hoy y el próximo Gran Año Santo del año 2000, "alba del tercer milenio de la humanidad". Y también un desafío al hombre de hoy, el cual, dice el Papa, "busca la verdad, la justicia, la felicidad, la belleza y la bondad sin poderlas encontrar con sus propias fuerzas". Y todo esto porque el hombre moderno, afirma, tiene que descubrir aún "el sentido del pecado", a cuya pérdida está unida esa otra "más radical y más secreta del sentido de Dios".
La vida es una penitencia
Antiguamente, para ganar el jubileo de los años santos era necesario hacer duras penitencias. Hoy la Iglesia es menos severa. ¿Por qué? Se lo explicó ayer el papa Juan Pablo II a los cardenales con estas palabras: "porque está creciendo en el mundo, a pesar de las apariencias, el número de aquellos para quienes la vida es ya una gran penitencia". Y enumera el Papa, con pasión, el catálogo de los nuevos sufrimientos de el hombre de hoy: "Pienso", dijo a los cardenales, "en los enfermos, en la soledad de los ancianos, en las ansias de los padres por sus hijos, en la angustia de los parados, en las frustraciones de tantos jóvenes que no consiguen injertarse en la sociedad". Y acabó diciendo: "Pienso también en los que sufren por la violencia de los propios derechos mediante formas a veces refinadas de persecución y hasta de muerte civil". Y aquí estaba pensando en Polonia. Y los cardenales, que lo advirtieron, le aplaudieron especialmente.
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